Esta decisión, aunque difícil, busca garantizar la longevidad de la histórica misión de la Voyager 2, la cual ha estado explorando el espacio durante más de 40 años.
La sonda, lanzada en 1977, se encuentra actualmente a más de 20.000 millones de kilómetros de la Tierra, adentrándose en regiones inexploradas del espacio interestelar. Sin embargo, la continua disminución de energía disponible ha obligado a la NASA a tomar medidas drásticas para prolongar la vida útil de la misión.
La decisión de apagar el instrumento de plasma, que ha proporcionado datos esenciales sobre el viento solar y otras partículas emitidas por el Sol, no fue fácil. Este instrumento ha sido fundamental para comprender la interacción del Sol con el medio interestelar. Sin embargo, la necesidad de optimizar el consumo energético para mantener la Voyager 2 funcionando ha superado las consideraciones científicas.
"Es un momento agridulce", explicó el Dr. Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA. "El instrumento de plasma ha proporcionado información invaluable sobre el viento solar y el medio interestelar, pero la necesidad de preservar energía para mantener las otras funciones esenciales de la Voyager 2 es imperativa."
La Voyager 2, al igual que su gemela Voyager 1, depende de tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG) para generar energía. Estos RTG utilizan el decaimiento del plutonio-238 para producir calor, el cual se convierte en electricidad. La energía generada por estos RTG se ha ido reduciendo gradualmente con el paso del tiempo, lo que ha obligado a la NASA a tomar medidas de ahorro energético.
La NASA ha implementado diferentes estrategias para administrar los recursos energéticos de las Voyager, incluyendo la desactivación de instrumentos no esenciales a lo largo de los años. Esta decisión refleja la importancia de priorizar la eficiencia energética para mantener la misión en funcionamiento durante el mayor tiempo posible.
A pesar del apagado del instrumento de plasma, la Voyager 2 continúa operando con cuatro instrumentos científicos restantes. La NASA espera que la sonda pueda seguir funcionando hasta la década de 2030, proporcionando datos valiosos sobre el espacio interestelar. La decisión de apagar el instrumento de plasma es un recordatorio de que incluso las misiones espaciales más ambiciosas enfrentan desafíos, como la gestión de recursos energéticos limitados.