Según un estudio publicado en PLOS One por investigadores de Dartmouth College, los datos de más de 10 millones de adultos en Estados Unidos y 40,000 hogares británicos muestran que el punto más bajo de salud mental ya no está en la mediana edad. "La angustia ahora es más aguda entre los jóvenes y disminuye progresivamente con cada década de vida", explica el economista David Blanchflower, coautor de la investigación.
El análisis, que abarca desde 1993 hasta 2025, identifica tres hallazgos clave:
- La desaparición del patrón en forma de U que vinculaba la madurez con mayor estrés
- Un incremento sostenido en indicadores de ansiedad y depresión en menores de 30 años
- Estabilidad relativa en el bienestar de generaciones mayores
Cuando el equipo amplió la muestra a
44 países mediante el proyecto Global Minds, descubrió que este fenómeno traspasa fronteras. Entre las hipótesis que manejan los académicos destacan:
- El efecto prolongado de la crisis financiera de 2008 en las oportunidades laborales
- La saturación de sistemas de salud mental con recursos insuficientes
- El impacto psicosocial de la pandemia en generaciones en formación
- La exposición constante a entornos digitales y redes sociales
Lo que hace particularmente alarmante este cambio de paradigma es su velocidad. En menos de dos décadas,
la curva se invirtió sin que exista aún consenso sobre las causas profundas. Los autores advierten que este deterioro acelerado en la
salud mental juvenil podría tener repercusiones a largo plazo en productividad, relaciones sociales e incluso esperanza de vida.
Mientras la comunidad científica debate el peso relativo de cada factor, las estadísticas pintan un panorama claro: por primera vez en la historia registrada, la juventud carga con el mayor peso emocional, rompiendo esquemas establecidos durante generaciones.
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