Sin embargo, detrás de este crecimiento exponencial se esconde una realidad compleja, marcada por escándalos que cuestionan la transparencia y la ética de la industria.
El caso de Jontay Porter, exjugador de los Raptors de Toronto, es un ejemplo impactante. Tras una investigación de la NBA, se le impuso una suspensión de por vida por filtrar información privilegiada a apostadores y simular lesiones para manipular resultados. Su salario, de 410,000 dólares en un contrato de dos vías (considerablemente menor a un contrato estándar de la NBA, que superaría los 2 millones de dólares), palidece frente a las consecuencias de sus actos. Su declaración de culpabilidad en junio por cargos federales de conspiración confirmó su participación, admitiendo haberlo hecho “para salir de grandes deudas de juego”.
Otro caso que generó gran revuelo fue el de Ippei Mizuhara, el exintérprete de Shohei Ohtani. Mizuhara se declaró culpable de fraude bancario y fiscal, robando casi 17 millones de dólares a la estrella del béisbol para pagar deudas de juego ilegales. A pesar de que Ohtani fue exonerado, la cercanía del escándalo empañó su imagen.
La preocupación por la integridad deportiva es palpable. Como señala John Holden, profesor asociado en la Universidad de Indiana y experto en políticas de apuestas, “Cuando tienes a gente que apuesta en los deportes, tienes a gente que trata de corromper los deportes, van de la mano”. La legalización, lejos de ser una solución mágica, ha traído consigo los problemas inherentes a las apuestas deportivas a nivel global.
Ante estos acontecimientos, casas de apuestas como BetMGM, DraftKings y FanDuel, además de ESPN BET, han dejado de aceptar apuestas de "proposiciones" sobre jugadores con contratos de dos vías o de 10 días de la NBA, una medida que, según Andrew Brandt, director ejecutivo del Centro Moorad de Derecho Deportivo de Villanova, podría tener un impacto a largo plazo incierto. Brandt señala que “Porter representó una suspensión ‘fácil’ ya que era un jugador de bajo nivel que podía servir como un mensaje a otros jugadores”, mientras que el caso de Mizuhara plantea interrogantes sobre la confianza más allá del ámbito de las apuestas.
Las consecuencias de estos escándalos se han hecho sentir también en el ámbito político. La aprobación de la legalización de las apuestas deportivas en Missouri fue ajustada (50.05%), tras una costosa campaña que involucró 43 millones de dólares invertidos por DraftKings y FanDuel. Matt Para, consultor con extensa experiencia en juegos de azar online, indica una creciente desilusión pública, debido a la saturación publicitaria y los menores ingresos fiscales que lo anticipado. “Diría que el público se ha desencantado con las apuestas deportivas en general”, afirma Para.
La expansión de las apuestas deportivas a nuevos estados como Texas y California enfrenta importantes obstáculos. En California, dos propuestas fueron rechazadas en 2022 tras una inversión cercana a los 450 millones de dólares en campañas a favor y en contra. En Texas, la resistencia del vicegobernador Dan Patrick, quien duda de los beneficios fiscales proyectados, representa un desafío significativo. Aunque se estiman ingresos fiscales de hasta 250 millones de dólares anuales, la magnitud del presupuesto estatal (125,000 millones de dólares anuales) minimiza la importancia de esta cifra. La necesidad de acuerdos con entidades tribales nativas americanas en estados como California y Oklahoma añade otra capa de complejidad.
El futuro de las apuestas deportivas en Estados Unidos parece estar en un punto de inflexión. Mientras que la expansión continúa, la imagen de la industria se ve manchada por escándalos que cuestionan su sostenibilidad y ética a largo plazo.