El nombre de Pat Hoberg, árbitro de Grandes Ligas con una trayectoria destacada, se ha visto envuelto en una polémica que lo ha alejado del diamante. A sus 38 años, y tras un debut en 2014 que prometía una carrera brillante, Hoberg se enfrenta a una sanción inesperada.
La investigación, iniciada por la MLB en febrero pasado tras una alerta de una casa de apuestas, reveló que Hoberg compartió sus cuentas de apuestas deportivas legales con un amigo que apostaba en juegos de béisbol. Más grave aún, se descubrió que el árbitro eliminó intencionalmente mensajes electrónicos relevantes para la investigación. Aunque la MLB asegura que no hay evidencia de que Hoberg apostara directamente en el béisbol o manipulara resultados, “su extremadamente pobre juicio…crea al menos la apariencia de una conducta inapropiada”, según el comisionado Rob Manfred.
El vicepresidente de operaciones de campo de la MLB, Michael Hill, recomendó el despido de Hoberg el 24 de mayo, decisión que Manfred respaldó. La sanción implica la imposibilidad de arbitrar hasta, como mínimo, el entrenamiento de primavera de 2026. Esta decisión, según el comunicado de Manfred, se basa en la “estricta aplicación de las reglas…para proteger la integridad de nuestros juegos”.
La ironía se presenta al recordar el “juego perfecto de árbitro” que Hoberg realizó en el segundo juego de la Serie Mundial de 2022, donde correctamente marcó bolas y strikes en los 129 lanzamientos, según registros computacionales. Este hecho contrasta fuertemente con la falta de juicio que le costó su carrera, al menos temporalmente.
Hoberg, en su propio comunicado, asume “toda la responsabilidad por los errores de juicio” y asegura nunca haber apostado en el béisbol. A pesar de su arrepentimiento y la promesa de ser “una mejor versión de mí mismo”, el daño a su reputación e imagen ya está hecho. La investigación, que incluyó la contratación de un investigador neutral bajo el convenio colectivo de los árbitros, arrojó que Hoberg abrió una cuenta a su nombre el 30 de enero del año pasado, y un dispositivo asociado a ella accedió a una cuenta de otra persona que sí apostó en juegos de béisbol.
La suspensión de Hoberg sirve como un recordatorio contundente de las rigurosas reglas que rigen la conducta en el béisbol profesional y las consecuencias que conlleva cualquier transgresión, por mínima que parezca.