Caos en US Open por visita de Trump: aficionados varados bajo el sol

"¡Es una falta de respeto! Pagamos cientos de dólares por estos boletos", gritaba un hombre mientras los agentes del Servicio Secreto revisaban meticulosamente cada mochila.
La razón del operativo: Donald Trump, sentado en una suite VIP como invitado de Rolex, marcaba el primer regreso de un presidente en funciones al US Open desde la era Clinton. Lo irónico: el mismo mandatario que impuso aranceles a productos suizos ahora disfrutaba del patrocinio de una marca helvética. Mientras, en las pantallas gigantes, un mensaje cíclico atribuía el retraso a "medidas de seguridad implementadas", sin más explicaciones.
Mientras Alcaraz y Sinner abrían el primer set, las cámaras captaron algo inusual: las gradas del estadio semivacías, con espectadores todavía atrapados en los exteriores. El locutor Chris Fowler no pudo evitar el comentario: "Alguien falló en comunicar esto a tiempo". Para los que lograron entrar después del segundo game, el consuelo fue ver el partido proyectado sobre mármol, con estadísticas en tiempo real que pocos podían disfrutar entre el murmullo de quejas.
El comunicado del Servicio Secreto, emitido ya con el marcador 3-2, agradecía la "paciencia" de los afectados. No mencionó por qué no se habilitaron canales alternos de ingreso pese a conocerse con anticipación la visita presidencial. Tampoco explicó por qué, en plena era de notificaciones push, tantos llegaron sin saber que vivirían su propio juego de espera.