"Lo increíble de Carlos es que es camaleónico: le pides algo en un partido y lo hace realidad", confesó el exnúmero uno del mundo, como si describiera a un personaje de ficción. Pero no, es pura realidad. El domingo, en la cancha dura del Arthur Ashe, el murciano volvió a demostrar por qué es el tenista más completo de su generación.
Con apenas 22 años, Alcaraz acaba de conquistar su sexto Grand Slam y recuperar el trono del ranking ATP tras una final del US Open donde dejó en claro que su versatilidad no tiene techo. Ante Jannik Sinner, su némesis en los últimos meses, desplegó un repertorio que incluyó desde saques a 209 km/h hasta drops que parecían suspendidos en el aire. El marcador final (6-2, 3-6, 6-1, 6-4) no refleja la intensidad de un duelo donde, una vez más, el español improvisó soluciones en tiempo real.
- Adaptación extrema: Remodeló su saque —antes una debilidad— hasta convertirlo en arma letal.
- Física implacable: Sólo perdió un set en todo el torneo, exhibiendo resistencia en puntos clave.
- Rivalidad dorada: Ya son 15 enfrentamientos con Sinner (10-5 a favor de Alcaraz), tres de ellos en finales de Grand Slam consecutivas en 2025.
"Mi estilo es la variedad. Siento que puedo hacerlo todo: slices, topspin, tiros planos", explicó Alcaraz tras alzar el trofeo. No era autobombo. Las estadísticas lo respaldan:
61 victorias por apenas 6 derrotas esta temporada, con siete títulos bajo el brazo. Desde mayo, solo cayó una vez (frente al propio Sinner en Wimbledon).
"No tiene debilidades", admitió el italiano, resignado ante un rival que parece reinventarse partido a partido.
Lo curioso es que ni siquiera esto sería su
"prime".
"Mi mejor versión hasta ahora, pero hay margen. Tengo 22 años", advirtió el español, quien ya es el segundo hombre más joven en alcanzar seis majors —superado solo por Bjorn Borg—. Solo le falta Australia para completar el
Grand Slam de carrera, un objetivo que perseguirá desde enero.
"Si no es en 2026, será en dos o tres años. Lo importante es lograrlo", sentenció, como quien sabe que el tiempo juega a su favor.
Mientras tanto, Sinner y el resto del circuito seguirán buscando grietas en un jugador que, como bien dijo Ferrero, cambia de piel según lo exija el momento. Hoy por hoy, el tenis tiene un nombre: Carlos Alcaraz. Y lo peor (para sus rivales) es que esto apenas comienza.
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