Para entender la situación actual, debemos retroceder. Hablamos de Brad Pitt, el reconocido actor, y su divorcio de Angelina Jolie, una batalla legal que ha durado ocho largos años. Un divorcio que, según fuentes cercanas, finalmente ha concluido. La cifra de $80 millones obtenidos por Jolie tras la separación, se suma a la ya considerable fortuna que poseía, estimada entre $20 y $35 millones por película, además de los ingresos de su empresa, Atelier Jolie.
Y aquí es donde la historia toma un giro inesperado. Mientras Angelina, según reportes, se centra en “encontrar paz y sanación para su familia”, Brad parece haber encontrado algo similar. No sólo la resolución legal, sino una nueva estabilidad emocional, gracias a su novia, la ejecutiva de joyería, Inés de Ramón.
De Ramón, de 35 años, es descrita por las fuentes como un catalizador para la paz final con Jolie, ayudando a Pitt a “seguir adelante”. Se dice que su influencia ha sido crucial en la búsqueda de un cierre en el proceso de divorcio. Una perspectiva "zen", según la descripción de fuentes cercanas, que le ha ayudado a Brad a superar la "volátil relación" con Jolie.
La situación patrimonial de ambos es compleja. Pitt, con una fortuna estimada en $400 millones, provenientes de películas, negocios y propiedades, ha visto cómo parte de sus activos se ha redistribuido como parte del acuerdo de divorcio. Aunque tuvieron un acuerdo prenupcial, la complejidad del caso ha llevado a la resolución financiera que se ha hecho pública.
Una de las piezas más conflictivas fue el Chateau Miraval, la propiedad que vendieron en 2021 por $64 millones. Fuentes allegadas a Pitt lamentan que “se compró Miraval con la intención de mantenerlo al 100% en la familia… para que un día pudieran dirigir el negocio”. La venta ha generado un impacto significativo en las finanzas y en el plano emocional.
Más allá de las cifras millonarias, la relación de Pitt con sus seis hijos también se ha visto afectada. Si bien, se mantiene optimista en reconstruir sus lazos, se reporta una distancia considerable con sus tres hijos mayores. Esta situación añade una capa de complejidad a una historia ya de por sí compleja.
La narrativa de un divorcio de alto perfil se transforma en un relato sobre la búsqueda de paz personal, la importancia de las relaciones, y el impacto a largo plazo de una separación, no solo financiera, sino familiar y emocional. El camino a la reconciliación, tanto personal como familiar, parece aún largo.