Selena Gómez, nombre familiar para millones, ha construido una carrera exitosa en la música y la actuación. Sin embargo, detrás de esa imagen pública, se esconde una historia de altibajos emocionales que la llevaron a enfrentarse a sus propios demonios internos. Desde sus 20 años, según confesó en una entrevista con Rolling Stone en 2022, "todo empezó a oscurecerse realmente".
La cantante describe un período marcado por cambios de humor extremos, oscilando entre euforia impulsiva —como el deseo de comprar autos para todos sus conocidos— y profundas depresiones que la confinaban a la cama, incapaz incluso de bajar las escaleras sin quedarse sin aliento. “Empecé a sentir que no tenía el control de lo que estaba sintiendo, ya fuera realmente bueno o realmente malo”, admitió.
Estos episodios la llevaron a internaciones en centros de rehabilitación mental, un total de cuatro. Durante años, la idea del suicidio rondó su mente. Aunque asegura que nunca intentó atentar contra su vida, confiesa que “Pensé que el mundo sería mejor si yo no estuviera allí”.
La presión de la fama, la búsqueda de una identidad artística propia alejada de su imagen Disney, y la frustración por no cumplir con las expectativas que ella misma había creado para su vida personal, se convirtieron en elementos cruciales en su batalla interna. “Crecí pensando que me casaría a los 25 años. Me destrozó no estar ni cerca de eso”, reveló.
En 2018, un episodio psicótico la llevó a una hospitalización de varios meses, marcado por la paranoia y la desconfianza. Su madre se enteró de la gravedad de la situación a través de TMZ, un hecho que resalta la invasión de la privacidad que sufren las celebridades.
El diagnóstico de trastorno bipolar llegó tras este episodio, arrojando luz sobre sus experiencias. Sin embargo, el camino a la recuperación fue arduo, involucrando una serie de medicamentos y tratamientos que, en un momento, la dejaron “completamente perdida”. Un cambio de psiquiatra y una modificación en su medicación marcaron un punto de inflexión en su proceso.
La filantropía se convirtió en un ancla fundamental. La creación del Rare Impact Fund, con la ambiciosa meta de recaudar 100 millones de dólares para la salud mental, refleja su compromiso con la causa. Su viaje a Kenia, documentado en el documental Selena Gomez: Mi mente y yo, se convirtió en un testimonio de su lucha y recuperación.
El documental, una colaboración con el cineasta Alek Keshishian, muestra la vulnerabilidad de Selena, sus dudas, sus lágrimas, pero también su fuerza y determinación. La decisión de compartir su historia, incluso los momentos más íntimos y dolorosos, es un acto de valentía, un reflejo de su deseo de ayudar a otros a través de su experiencia.
La posibilidad de no poder ser madre debido a sus medicamentos es una realidad que la afecta profundamente, un dolor que comparte con honestidad y vulnerabilidad. A pesar de los retos, la incertidumbre y la continua lucha contra su enfermedad, Selena Gomez continúa su camino, dejando al descubierto una fortaleza admirable.