La complejidad del duelo se entrelaza con la resolución de asuntos pendientes, dejando entrever una faceta íntima y humana.
Alejandra Guzmán, tras la partida de su madre, Silvia Pinal, a finales de noviembre, se encuentra inmersa en un proceso de gestión de la herencia familiar. Este proceso, que involucra la revisión de propiedades y bienes, incluye la casa de la fallecida actriz, donde Alejandra comparte tiempo con sus hermanos, según sus propias palabras: "ahorita estoy en su casa, estoy con mis hermanos viéndolo de la inmobiliaria periférico, y resolver muchas cosas que están ahí pendientes".
Sin embargo, la tarea no se limita a la administración de la herencia inmobiliaria. Se han detectado faltantes de objetos personales de gran valor sentimental para la familia. Alejandra menciona: “¡híjoles!, ¡son rápidos!” al referirse a la desaparición de algunas pertenencias, insinuando un posible robo. Entre las piezas faltantes se encuentran joyas de Silvia Pinal, un asunto que ha generado una investigación formal. “Sí, en este momento estamos hablando de todo para hacer una carpeta, y de la carpeta se hace la denuncia,” explica la cantante, detallando la complejidad del proceso legal y la necesidad de reunir pruebas sólidas para presentar la denuncia correspondiente, incluyendo la participación de un experto, Mónica Marbán, amiga de la fallecida.
La complejidad del proceso legal se extiende a la administración del testamento. "La Gordita" Galindo, designada albacea, colabora con Alejandra y sus hermanos en la ardua tarea de catalogar y distribuir los bienes de acuerdo a las últimas voluntades de Silvia Pinal. “Mi mami fue muy clara y muy organizada para dejar lo que había invertido, lo del teatro, todo ahí una inmobiliaria, o sea, mi mami dejó todo bien clarito”, afirma Alejandra, destacando la minuciosidad con la que su madre planeó su sucesión.
Más allá de los asuntos legales y materiales, hay un aspecto conmovedor en la historia: la reconciliación. Entre las noticias más inesperadas, destaca la reconciliación con su hija, Frida Sofía, un reencuentro que Alejandra describe como "un momento único", un regalo póstumo de su madre. La cantante subraya la importancia de este vínculo restaurado: “Claro que estoy en contacto con mi niña, si la amo con toda mi alma. Tú sabes cuánto la amo, y ella a mí. Y solo Silvia Pinal lo logró”.
El relato de Alejandra Guzmán revela una imagen profunda y compleja, donde el dolor de la pérdida se entrelaza con la gestión de un legado importante y la alegría de una reconciliación familiar.