Esa era la visión de Jaune Quick-to-See Smith, una artista y curadora que trascendió barreras y dejó una huella imborrable en el panorama artístico estadounidense. Su fallecimiento en enero a la edad de 85 años, marcó el fin de una era, pero su legado sigue inspirando a nuevas generaciones.
En 2020, Smith logró un hito histórico: convertirse en la primera artista nativa americana en tener una obra adquirida por la National Gallery of Art. Sin embargo, para ella, este logro no era un punto final, sino un punto de partida. Como ella misma lo expresó en una entrevista realizada con motivo de su retrospectiva en el Whitney Museum of American Art en 2023 —la primera retrospectiva de un artista nativo organizada por dicha institución—:
“Es romper una barrera, abrir una puerta, una grieta.”
Pero su ambición no se limitaba a su propio éxito. Su anhelo era que su trabajo allanara el camino para otros artistas nativos, que su trayectoria sirviera como un ejemplo de que la excelencia artística no conoce límites étnicos ni culturales. Su esperanza, expresada con una humildad admirable, era que:
“otros vendrán detrás de mí.”
El impacto de Jaune Quick-to-See Smith trasciende las galerías de arte. Su obra, profunda y conmovedora, ha desafiado las narrativas dominantes y ha dado voz a las experiencias de los pueblos indígenas. Sus piezas, a menudo cargadas de simbolismo y crítica social, nos recuerdan la importancia de la representación y la diversidad en el arte y en la sociedad.
Más allá de sus logros individuales, el verdadero legado de Jaune Quick-to-See Smith reside en la puerta que abrió para otros artistas, un legado que seguirá resonando en el mundo del arte por muchos años.