El epicentro de esta controversia se centra en el caso del productor David Pearce, quien recientemente recibió la sentencia definitiva tras un proceso que ha mantenido al público cautivo desde 2021. El juicio, que culminó en febrero, lo declaró culpable de la muerte de dos jóvenes modelos: Hilda Marcela Cabrales‑Arzola, de 26 años, y Christy Giles, de 24 años.
Ambas víctimas fueron sometidas a un “cóctel” letal en la residencia de Pearce, tras haberse conocido en una fiesta del año pasado. Según la documentación judicial, la combinación de sustancias fue la causa directa de su fallecimiento. La confesión de Pearce reveló detalles que chocaron con la sensibilidad del público, incluido un comentario que, según la transcripción del juicio, fue dirigido a un colega: “Las chicas muertas no pueden hablar”.
Además de los cargos de homicidio, el productor enfrentó acusaciones de abuso sexual y violación que abarcan un periodo de más de una década, desde 2007 hasta 2021. Las víctimas presentaron testimonios que describen un patrón de conducta coercitiva y manipuladora, lo que añadió una capa adicional de gravedad al caso.
Un elemento que ha generado aún más controversia es la participación de Brandt Osborn, actor de 42 años, quien según los registros judiciales colaboró con Pearce en la eliminación de los cuerpos. Los hechos fueron descubiertos durante la audiencia de culpabilidad, pero el jurado no llegó a un veredicto definitivo sobre la complicidad de Osborn, dejando una brecha en la narrativa oficial.
La sentencia final, que ha sido publicada en los tribunales, detalla las razones de la condena y las medidas de reparación que se impondrán a Pearce. A su vez, la comunidad de la industria del entretenimiento está evaluando los impactos de este caso en la percepción de seguridad y ética dentro del sector.
