La confesión llega a tiempo, pues en 2019 la misma Kardashian afirmó en una entrevista con Vogue que estaba cursando la carrera de Derecho, inspirada por el legado de su difunto padre, el abogado Robert Kardashian. Desde entonces, la superestrella ha compartido que, pese a tres intentos fallidos, logró aprobar el “baby bar” en 2021 y obtuvo su título en 2025 tras seis años de dedicación.
El uso de ChatGPT, sin embargo, no ha sido un camino sin obstáculos. La noche en que la celebridad se enfrentó al polígrafo, la examinadora verificó que los relatos de la actriz sobre su interacción con la IA eran verídicos. “Las respuestas que me brinda son a veces erróneas y eso me hace fallar en los exámenes”, confesó, advirtiendo que “cuando me enojo, lo grito a la máquina y le digo que me está haciendo fallar”.
En medio de la controversia, la comunidad de seguidores de Kim se ha dividido en “amigos” y “enemigos” digitales. La propia Kardashian ha descrito a ChatGPT como un “frenemy”, una herramienta que, en su opinión, le enseña a confiar en su propio instinto, aunque a veces la confunda.
Aunque la estrella de la fama no ha calificado esta práctica como una forma de engaño, ha señalado que la IA “siempre falla y me hace reprobar”. En un tono más ligero, la actriz añadió que su grupo de amigos recibe las respuestas de la IA en formato de capturas de pantalla, lo que genera risas y comentarios críticos dentro de su círculo cercano.
Con la publicación de estos detalles, la comunidad jurídica y de tecnología se ha vuelto a poner a la mesa una conversación sobre la ética del uso de la IA en procesos académicos y profesionales. Mientras Kim Kardashian continúa su trayectoria legal, la pregunta permanece abierta: ¿será la inteligencia artificial un aliado o un obstáculo en el camino al éxito profesional?
