CDMX
Los Reyes Magos ya pasaron y muchos niños les piden un teléfono inteligente como regalo, por lo que es necesario que los padres de familia aprendan a protegerlos de las amenazas en línea.
El estudio Hábitos Digitales, realizado por Kaspersky, encontró que tres de cada 10 niños en el país reciben su primer dispositivo móvil entre los 8 y 9 años.
Lamentablemente, México ocupa el segundo lugar en América Latina con el mayor número de ataques a dispositivos móviles. Sólo entre agosto de 2022 y el mismo mes de 2023 se registraron cinco ataques por minuto a smartphones y tabletas.
Expertos de Kaspersky destacaron que los niños no sólo pueden llegar a ser más vulnerables a dichos ataques si no cuentan con la protección necesaria, también pueden llegar a encontrar contenido inapropiado para su edad, sufrir acoso en línea, desarrollar una dependencia a los videojuegos o una percepción distorsionada de la realidad.
¿QUÉ HACER?La recomendación es que los padres de familia tomen varias medidas de protección antes de entregar el dispositivo al menor de edad.
Por ejemplo, los equipos Android, iOS y algunas apps permiten que se genere una cuenta para niños. Esto sirve para evitar que el infante descargue contenido para adultos, haga compras u otras actividades.
Otro punto importante es que se establezca la configuración de privacidad y confidencialidad en cada una de las apps instaladas, lo que ayuda a evitar que los niños sean contactados a través de su número de teléfono por desconocidos.
Incluso hay herramientas, como un verificador de privacidad, que ayudan a escoger la configuración de protección óptima para diferentes dispositivos y plataformas.
Los expertos de Kaspersky también recomiendan, para prevenir el uso de internet sin supervisión, que se desactive el uso de datos móviles y sólo configurar el acceso a la red WiFi del hogar.
Existen otras opciones útiles como herramientas de control parental para filtrar el contenido, las páginas webs no deseadas y establecer restricciones de apps.
También pueden apoyar en la supervisión de la cantidad de tiempo que los infantes pasan en línea, lo que es clave para establecer zonas y horarios libres de tecnología.
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