La historia de Cedar, una cabra que se convirtió en el centro de una batalla legal, nos recuerda que los lazos que forjamos con nuestros animales pueden ir más allá de la mera propiedad. En el condado de Shasta, California, una niña de 10 años se encariñó profundamente con Cedar, la cabra que criaba para participar en un programa juvenil de ganadería de la Feria del Distrito de Shasta.
La feria tenía un programa de subasta, en el que los animales eran vendidos para consumo, y Cedar estaba destinada a formar parte de este proceso. La niña, sin embargo, no podía soportar la idea de perder a Cedar. La madre, Jessica Long, intentó negociar con los organizadores, argumentando que su hija había desarrollado un fuerte vínculo con la cabra, especialmente en un momento de duelo por la reciente pérdida de tres abuelos.
A pesar de las súplicas de la familia, la feria se mantuvo firme en su postura: Cedar debía ser subastada y luego consumida, según las normas que prohíben retirar a los animales una vez inscritos.
Las cosas se complicaron cuando el senador Brian Dahle, una figura política influyente en California, compró a Cedar en la subasta por 902 dólares. Sin embargo, luego de la subasta, Dahle accedió a cancelar la compra para que Cedar pudiera regresar con la niña, una vez que la madre pagara una comisión de $63. La administración de la feria, sin embargo, se negó a liberarla.
Ante esta negativa, la familia Long decidió trasladar a Cedar a una granja en Sonoma, a unos 320 kilómetros de California, para protegerla de un sacrificio inminente. La decisión provocó una reacción inesperada por parte de las autoridades.
La administración de la feria acusó a la familia de “hurto mayor” y el Departamento del Sheriff del Condado de Shasta se involucró en el caso. Los oficiales, sin una orden judicial, lograron ubicar a Cedar en otra granja y la confiscaron, trasladándola de regreso a la feria, donde aparentemente fue sacrificada y su carne distribuida en una parrillada comunitaria.
El caso tomó un giro legal cuando la familia Long presentó una demanda por daños emocionales y por la actuación que consideraban ilegal de los oficiales. La organización Advancing Law for Animals, que representó a la familia, argumentó que el caso iba más allá de Cedar, abordando la problemática del “exceso de autoridad gubernamental” y la percepción de que los animales son tratados únicamente como propiedad.
Finalmente, se llegó a un acuerdo de 300 mil dólares para la familia por los daños emocionales generados.