El paquete, originario de China, estaba destinado a una residencia en la ciudad. Al abrirlo, los oficiales descubrieron 26 relojes y dos pulseras que mostraban los logos y nombres de prestigiosas casas horológicas. Entre ellos se encontraban seis modelos de Richard Mille, ocho de Audemars Piguet, cuatro de Diesel, ocho de G‑Shock y dos pulseras de Rolex. La evaluación realizada por los expertos en Comercio de la Oficina de Excepciones y Excelencia de la agencia concluyó que la mayoría de los artículos no eran auténticos.
Según datos preliminares, el valor de venta sugerido por los fabricantes para estos relojes habría superado los 8,5 millones de dólares. La magnitud del caso pone de relieve la magnitud del mercado de falsificaciones que circula a través de canales clandestinos y plataformas de comercio electrónico de terceros, generando ingresos para redes de contrabando y crimen organizado.
La directora de Operaciones de Campo de la Oficina de Chicago, LaFonda D. Sutton‑Burke, enfatizó que la misión de la agencia es proteger a los consumidores y la economía de mercancías ilegales. “El control constante de las mercancías que cruzan las fronteras es esencial para salvaguardar la innovación y la competitividad de las empresas estadounidenses”, declaró.
El caso también destaca los riesgos que enfrentan los consumidores al adquirir productos falsificados en línea. Los artículos de baja calidad no solo mienten sobre su origen, sino que pueden presentar problemas de seguridad y durabilidad que comprometen la confianza del usuario.
El control de aduanas continúa identificando y deteniendo envíos que violan los derechos de propiedad intelectual, reforzando la política de exclusión de bienes que infringen patentes y otras normas de propiedad intelectual. Los ciudadanos que sospechen de actividades fraudulentas pueden reportarlas a través de los canales oficiales establecidos por la agencia.
