Se trata de una ambiciosa iniciativa para crear una armadora de minivehículos eléctricos completamente mexicanos. La idea, en teoría, es revolucionaria: impulsar la soberanía tecnológica y la transición energética.
Según el gobierno, los vehículos costarán entre 90,000 y 150,000 pesos, ideales para la ciudad y amigables con el medio ambiente. La colaboración con el Instituto Politécnico Nacional y el Tecnológico Nacional de México se presentó como garantía de éxito. Se proyecta lanzar tres modelos antes del final del sexenio, incluso con una presentación en el Mundial de 2026. “Un hito histórico,” afirmaron.
Sin embargo, la falta de detalles genera escepticismo. El financiamiento, más allá de un presupuesto inicial de 25 millones de pesos, es un misterio. La ubicación de la planta de ensamblaje, crucial para la viabilidad del proyecto, se encuentra “en evaluación”. La promesa de componentes nacionales carece de especificaciones concretas, dejando abierta la pregunta sobre la verdadera independencia tecnológica del proyecto.
La meta de competir con gigantes internacionales a través de un vehículo de bajo costo es, como mínimo, un reto enorme. El historial de proyectos gubernamentales similares en México, con sus recurrentes retrasos y sobrecostos, alimenta la desconfianza. La afirmación de que Olinia será autosuficiente y rentable a largo plazo suena, por ahora, a una declaración sin fundamentos sólidos.
La presentación, con su abundancia de imágenes y declaraciones de buenas intenciones, contrasta con la escasez de datos concretos y un análisis técnico profundo. Esto recuerda a las estrategias comunicativas de administraciones pasadas. El Proyecto Olinia necesita mayor transparencia y justificación técnica para demostrar que no se trata de otra promesa electoral de alto costo.
El proyecto representa una apuesta significativa, cuyo éxito dependerá de varios factores; no solo de la capacidad tecnológica, sino también de una gestión eficiente, transparente y, sobre todo, libre de influencias políticas. El tiempo dirá si se trata de un avance real o una simple promesa.