Pero tras la aparente normalidad, se esconde una realidad compleja que desafía la narrativa oficial.
Recientemente, la Presidenta Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina del 21 de enero de 2025, celebró una disminución del 78% en los cruces fronterizos ilegales. Una cifra que, según sus palabras, demuestra el éxito de la estrategia migratoria integral implementada desde la administración de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, esta perspectiva oficial choca frontalmente con la cruda realidad en Tijuana.
Víctor Lagunas, director de México Comunica y Tijuana Comunica, pintó un panorama muy distinto. Para él, la disminución de cruces no implica una solución, sino un desplazamiento del problema. "Se ha creado un embudo humano", afirma Lagunas, "con consecuencias nefastas: albergues saturados, asentamientos irregulares que generan violencia y delincuencia, y una creciente tensión social."
La construcción de muros y la suspensión del programa CBP-1 por parte de Estados Unidos, según Lagunas, han exacerbado la situación. Las medidas restrictivas, lejos de solucionar el problema, lo han concentrado en Tijuana, creando un efecto dominó con consecuencias impredecibles a largo plazo. Esto se traduce en:
- Sobrepoblación en los albergues: Miles de migrantes buscan refugio sin encontrar espacio.
- Asentamientos informales: La proliferación de campamentos improvisados genera problemas de salubridad y seguridad.
- Tensión social: La creciente presencia de migrantes ejerce presión sobre los recursos y servicios de la ciudad.
El contraste entre el discurso optimista y la realidad palpable en Tijuana es innegable. La promesa de una solución integral a la crisis migratoria, en este punto, parece quedar lejos de cumplirse. La realidad es un muro invisible, pero tangible, que se alza en las calles de Tijuana, un testimonio silenciado en las estadísticas oficiales.