La figura clave de la conversación es Brooke Rollins, secretaria de Agricultura de EE. UU., quien viajó a la Ciudad de México para reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum y el titular de Agricultura federal, Julio Berdegué. Durante la visita, Rollins destacó los avances de la campaña conjunta contra el gusano barrenador, una plaga que ha provocado la pérdida de más de 650,000 cabezas de ganado y daños estimados en 1,300 millones de dólares, según el Consejo Nacional Agropecuario.
Aunque el gobierno mexicano ha implementado varias medidas de contención, la secretaria de Agricultura de EE. UU. fue clara al afirmar que su país “no está listo” para abrir la frontera al ganado mexicano. En palabras de Rollins, “todavía no estamos en el punto en el que me siento cómoda abriendo los puertos, pero creo que cada día que pasa nos acercamos un poco más”. La decisión, según indica la fuente, dependerá de que se hayan eliminado todos los riesgos y se cuente con un plan integral de vigilancia.
El debate se intensifica por la magnitud de las importaciones estadounidenses de ganado mexicano, las cuales representan aproximadamente el 60 % del mercado de ganado vivo en Estados Unidos y generan más de un millón de cabezas al año. La reapertura del flujo comercial, por tanto, tendría un impacto directo en la economía de ambos países y en la seguridad alimentaria de la región.
Mientras tanto, la Secretaría de Agricultura de México ha mantenido una postura de espera, solicitando más tiempo para consolidar las medidas de bioseguridad y garantizar que la crisis se haya mitigado por completo. La situación plantea un escenario de diálogo continuo, con la expectativa de que las negociaciones se intensifiquen en las próximas semanas.
