Nogales
Fue la primera vez que decidió salir de Huaquechula, Puebla, su comunidad de origen, en busca del sueño americano. Sabía de los riesgos que correría, pero el menor decidió ir para encontrarse con su madre en Freehold, Estados Unidos.
La noche del pasado 8 de octubre, Daniel Pérez Meléndez, de 16 años de edad, junto con un amigo emprendió la aventura de viajar a la frontera norte del país, con el único propósito de llegar a Estados Unidos, donde se encontraría con su madre, a pesar que ella no sabía de los planes de su hijo.
En entrevista, Daniel relató cómo luego de pagar a un hombre cinco mil pesos, éste lo trasladó, junto con otros adolescentes, en autobús de Puebla hasta la ciudad de Hermosillo, y posteriormente a Nogales.
“Cuando llegamos a Nogales me mantuvieron encerrado durante ocho días en un hotel, junto con otros seis jóvenes de otras ciudades de México, y después nos dejaron abandonados, fue cuando decidimos salir a caminar, entonces nos agarraron y nos llevaron al albergue de Nogales”, dijo.
Un tanto indiferente, confesó que en todo momento sintió miedo, y pensó en lo difícil que sería llegar a la frontera norte, porque esta es la primera vez que lo hacía, pero lo único que lo movía era reunirse con su madre y sus cuatro hermanos que nacieron en Estados Unidos, donde quería emplearse de lo que fuera.
Tras la difícil experiencia, alberga la duda si lo volvería a hacer, ni siquiera tiene un proyecto de vida a corto plazo, pues desde que terminó sus estudios de secundaria, optó por ya no seguir preparándose, pese a que su mamá le dijo que le apoyaría para que siguiera su bachillerato.
“Ahora no sé si lo volvería a hacer. Lo que sí sé es que tuve suerte”, dijo Daniel, quien se reencontró con su familia, gracias al programa Menores Repatriados No Acompañados del Sistema Estatal DIF.
La abuela de Daniel, quien prefirió no revelar su identidad, agradeció a Dios y a las autoridades estatales que hayan cuidado de su nieto, a quien resguarda desde que tenía un año y medio de nacido, pues su papá murió cuando éste aún no nacía y su mamá decidió emigrar a Estados Unidos.
“Yo tengo visa, y fui a ver a mi hija, entonces lo dejé al cuidado de uno de mis hijos, y fue cuando aprovechó para irse a Estados Unidos. Todo este tiempo estuvimos preocupados porque mucha familia ha perdido la vida en El Paso, Texas, por ejemplo, y pues uno piensa muchas cosas”, indicó, con voz entrecortada y lágrimas en los ojos.
“A veces ya no es la situación económica, sino que ellos se ponen en un plan que ya no obedecen, se sienten capaces de hacer su vida. Vamos a echarle ganas al campo, donde sembramos maíz, sorgo y frijol, para que siga estudiando”, dijo la mujer de 58 años de edad.