Mujeres presas y olvidadas. Historias del Cereso
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El Diario de SonoraNogales.
El Día Internacional de la Mujer es una fecha que se celebra en muchos países del mundo. Cuando las mujeres de todos los continentes, separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para celebrar su día, y pueden contemplar una tradición de no menos de noventa años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
Mucho celebran este día, sobre todo aquellas mujeres profesionistas que han logrado realizar sus sueños; sin embargo hay una parte de la población que tal vez muchos olvidan o, mejor dicho, que pocos recuerdan: las mujeres que se encuentran en un centro de readaptación social, aquellas que perdieron dos derechos, su libertad y el poder votar.
Detrás de los muros que rodea una cárcel hay cientos de historias y, ¿quiénes somos para juzgar sus actos? Sus delitos están pagando y hay también quienes pagan delitos que no cometieron.
Rocío tiene 41 años, lleva siete años y ocho meses de los 20 años que permanecerá recluida en el Cereso femenil, está presa por homicidio agravado contra una persona de la tercera edad, aunque argumenta que fue su ex pareja quien cometió este delito.
“Mi error y soy culpable de haber tenido miedo y no haber denunciado que algo raro pasó en mi casa, por ello estoy pagando”
Narró que fue detenida cuando encontraron enterrados en su casa de Mexicali restos óseos. Vivía junto a su segunda pareja. Un día regresó a su casa después de una jornada de trabajo y miró un charco de sangre en la sala.
“El ver esto me alteró, sabía que no era de una simple cortada y empecé a gritarle y preguntar qué había pasado”
La respuesta fueron golpes y amenazas, su pareja no le permitió salir al patio trasero, simplemente la encerró y no supo qué pasó, no podía preguntar de ello. Díez días después abandonó su hogar, ya no quería estar ahí, sabía que algo malo había ocurrido.
Fue cinco años después cuando encontraron los restos de una persona enterrados en el patio trasero de loa que era su casa y por consiguiente fue detenida y juzgada por asesinato.
“Yo estoy conciente que estoy pagando mis errores, pero estoy cumpliendo la condena por un delito que no cometí y es muy difícil”
Lo que más le duele es que todo este tiempo en el que ha estado encerrada no ha visto a sus dos hijos de 23 y 20 años. Su padre no permite que la visiten, no reciben sus llamadas.
“Es muy pesado pensar en 20 años, es muy difícil estar sin tus hijos, se siente una impotencia muy grande saber que falta mucho para salir de aquí”
Rocío fue juzgada en Baja California, la ley es más estricta y por ser la dueña de la casa tiene que pagar.
En el Cereso femenil trabaja en el área de la cocina, está estudiando la preparatoria abierta y practica voleibol.
Los días transcurren largos, trata de mantenerse ocupada para acortarlos; lo que más extraña son sus hijos a quienes les envió un mensaje:
“Perdónenme, los amo con todo mi corazón, se que algún día voy a verlos, estoy pagando mi culpa por quedarme callada, pero perderlos a ustedes es lo que más me duele”.
Antes de llegar a Nogales estuvo recluida en una prisión donde permanecen encerradas en las celdas por 24 horas, después fue trasladada a Islas Marías y posteriormente a Nogales donde dice es de los mejores lugares.
“Puedes caminar libre, hablar por teléfono cuando quieras, es prisión, pero puedo salir y caminar libremente por sus espacios”.
La única esperanza que a Rocío le queda es poder tramitar un amparo, no tiene dinero y necesita un abogado de oficio.
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