Recorre Viacrucis del Migrante ruta del desierto

Aquí, en Altar, puerta de entrada al desierto de la muerte donde las temperaturas en verano superan los 55 grados centígrados, el padre diocesano Prisciliano Peraza García, celebró la eucaristía en memoria de los migrantes

Recorre Viacrucis del Migrante ruta del desierto
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Nogales.

Aquí, en Altar, puerta de entrada al desierto de la muerte donde las temperaturas en verano superan los 55 grados centígrados, el padre diocesano Prisciliano Peraza García, celebró la eucaristía en memoria de los migrantes.
El párroco del templo de Guadalupe dijo que el 70% de los migrantes salen de sus lugares de origen buscando una mejor vida porque en su tierra natal carecen del mínimo de bienestar que necesitan para vivir con dignidad.
De ese grupo, apuntó el 30% emigra a otros lugares por hambre o inseguridad.
El hambre y la inseguridad son pecados que claman al cielo y se han convertido en algo vergonzoso y vergonzante para quienes los promueven y para quienes los toleran y autorizan”, destacó.
Tras de bendecir las cruces en la parroquia de Guadalupe, templo construido el año de 1886, la procesión partió por diversas calles hasta llegar al Centro Comunitario de Atención al Migrante y Necesitado (CCAMIN).
El CCAMIN, atendido por personas y familias voluntariosas de Altar y organizado por religiosas misioneras de Centroamérica, hace años les da alojamiento y comida, medicinas y descanso en una cama.
Para el padre Prisciliano Peraza García ha sido un reto sostener y mantener este centro comunitario debiendo enfrentar a las pandillas del pollerismo que siguen oponiéndose a los servicios que ofrece de ayuda, asistencia y orientación a los migrantes.
En este santuario de bienestar para quienes van en busca del sueño americano provenientes de lejanas tierras, encuentran paz y tranquilidad, además de la fortaleza en su esperanza por alcanzar su destino, lejos de la zozobra de los hostiles sitios donde son enclaustrados por los coyotes.

CLAVAN LA CRUZ DEL MIGRANTE
La procesión continuó su caminar hacia la salida norte de Altar, protegidos por una patrulla de la Policía Municipal al frente y una ambulancia de la Comisión Nacional de Emergencia en la parte de atrás.
La travesía recorrió 10 kilómetros entre las calles de tierra, algunas pavimentadas y finalmente ingresó a la carretera para después de un corto tramo siguió al norte por un lado de esta.
La tarde estaba nubosa y el suelo mojado por una inusual lluvia que desde las dos de la tarde clavó su estandarte de frescura en este oasis urbano arenoso y de fertilidad agrícola, aunque inseguro.
Más allá la peregrinación continuó dejando la marca de sus pies sobre un camino pedregoso, donde los nidos de las serpientes se veían como oscuros agujeros escondidos entre choyas o cubiertos por las tímidas sombras de los mezquites.
Al final, después de cargar durante 10 kilómetros una cruz, la procesión se detuvo frente a la que fuera la caseta de cobro donde se debía pagar una cuota para ingresar al sendero del diablo y fue creada el año de 1998 por el entonces alcalde Domingo Pesqueira Bárcenas.
Su argumento era que con ese dinero que se cobraba por entrar y por salir se le podía dar mantenimiento al camino.
Ahí, el padre Prisciliano Peraza García, condenó a los gobiernos timoratos por no generar economías para el bienestar de las familias que ante la falta de oportunidades se ven obligadas a migrar.
También se dirigió a los espíritus que siembran la inseguridad, el temor, miedo y la zozobra, además de la muerte en las comunidades indefensas.
Aquí es donde empieza el migrante una aventura triste y dolorosa, aquí es donde se tiene una deuda de luto con los migrantes que salieron a buscar una mejor vida y lo único que encontraron fue la muerte”, manifestó antes de iniciar su homilía.

EL MIGRANTE QUE CARGÓ LA CRUZ
Ernesto R. S., de 37 años de edad, llevó sobre sus espaldas la cruz del migrante y espera poder cruzar a Estados Unidos para dirigirse a Mckinney, Texas, donde hace dos años sepultó a su hija de 8 y tiene otra que requiere atención especial.
Tiene crecimiento de corazón y discapacidad motriz, por eso quiero cruzar lo más pronto posible para ponerme a trabajar y ayudar a mi esposa que es la única que está a cargo de ella”, relató.
Sin dinero para pagar el cruce, dijo que espera encontrar la oportunidad con personas que dentro de una mochila colocan droga que a sus espaldas las cruzan a Estados Unidos.
Con eso pagamos el cruce, pero tenemos que caminar siete días hasta llegar a Tucson y son como 22 kilos más la comida y al agua, tenemos que llevar 45 kilos de pesos”, detalló.

DERECHOS HUMANOS
El licenciado Luis Ángel Valenzuela, con la representación regional de la Comisión Estatal de Derecho Humanos (CEDH), señala que nunca ha registrado quejas de los migrantes en contra de alguna autoridad.
Lo único que se acercan a pedir es dinero para regresarse a sus lugares de origen, pero hasta el momento no han presentado quejas”, afirmó.

CORO DEL TEMPLO LES CANTA ALABANZAS
Durante los diez kilómetros del recorrido que realizó el viacrucis desde el templo de Guadalupe a la entrada del Desierto de la Muerte, el coro de la parroquia estuvo motivando con alabanzas a los migrantes.
Robert Hernández, con su guitarra, así como Rome, Marisol Campuzano y Cristy Campuzano, entonaron melodías que hablan de la fe del migrante en su camino y del dolor de sus almas mutiladas por dejar la tierra que aman para ir en busca del porvenir en otros lugares donde se les considera delincuentes.
Aun durante la misa celebrada en pleno desierto, sus voces se conjugaron con un rocío inesperado de lluvia que cayó en el ocaso del día.

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