A lo largo del siglo XIX y principios del XX, el gobierno federal implementó una política de asimilación forzosa a través de un sistema de escuelas de internado para niños nativos americanos.
Estas instituciones, financiadas por el gobierno federal y administradas por organizaciones religiosas, buscaban erradicar la cultura y tradiciones indígenas. Los niños eran separados de sus familias y llevados a escuelas lejanas, donde se les obligaba a abandonar su vestimenta, sus nombres y su idioma. Se les prohibía hablar sus lenguas nativas y se les obligaba a adoptar la cultura anglosajona.
Las condiciones en estas escuelas eran brutales. Muchos niños sufrían maltrato físico y emocional, abusos sexuales, enfermedades e incluso la muerte. Las estadísticas son escalofriantes: el Departamento del Interior ha confirmado la muerte de al menos 973 niños indígenas en estas escuelas, con al menos 74 sitios de entierro identificados.
El próximo viernes, el presidente Joe Biden ofrecerá una disculpa formal por las atrocidades cometidas en estas escuelas de internado, un gesto que, aunque tardío, representa un paso importante hacia la justicia. La disculpa tendrá lugar en la comunidad indígena Gila River en Arizona.
Deb Haaland, Secretaria del Departamento del Interior y miembro de la Nación Pueblo de Laguna, ha destacado la importancia de este acto para las comunidades indígenas: "Mis abuelos fueron llevados a una escuela de internado, así que entiendo y he experimentado cómo esa terrible época afectó a mi propia familia".
Haaland ha enfatizado que la disculpa del presidente es un reconocimiento de la invisibilidad a la que fueron sometidas las comunidades indígenas durante décadas. "Ahora reconocen que sí, tenemos comunidades enteras, completas, que se mantuvieron intactas y perseveraron a través de todas las terribles políticas de asimilación de este país", afirmó.
Las comunidades indígenas han luchado durante años por obtener justicia y reconocimiento por los daños causados por las escuelas de internado. La disculpa de Biden es un paso significativo, pero no es suficiente.
Lynnette Grey Bull, miembro de la tribu Arapaho del Norte de la Reserva del Río Wind en Wyoming, ha insistido en la necesidad de una acción real y tangible: "Es hora de algo más que un reconocimiento. Necesitamos financiamiento real y recursos para ayudarnos a iniciar la sanación dentro de nuestras propias comunidades".
El Departamento del Interior ha propuesto una serie de medidas para reparar las heridas del pasado, incluyendo la creación de un monumento nacional, la repatriación de los restos de los niños que murieron en las escuelas y la devolución de las tierras a las tribus indígenas.
La disculpa de Biden es un paso hacia la reconciliación, pero el camino hacia la sanación será largo y complejo. Se necesita un compromiso real del gobierno federal para reparar las injusticias cometidas y para apoyar a las comunidades indígenas en su proceso de recuperación y reconstrucción.