El centro de la investigación es Donovan Hall, un hombre de 34 años residente de Mesa, Arizona. Las autoridades federales presentaron una acusación formal contra él el miércoles pasado, con cargos que han sacudido a la comunidad.
Según el FBI, representado por Nelson Delgado, Hall inició una campaña de amenazas a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto durante tres meses, comenzando en agosto. Estas comunicaciones, según la declaración oficial, fueron dirigidas a varios individuos en la ciudad de Nueva York y otras partes de Estados Unidos, con un enfoque particular en la comunidad judía.
“Estas llamadas maliciosas escalaron a mensajes de texto donde mostraba descaradamente sus armas, exacerbando los peores temores de sus víctimas,” señaló Delgado en un comunicado de prensa. La gravedad de las amenazas radica en la naturaleza gráfica y explícitamente antisemita del contenido, incluyendo amenazas de muerte detalladas y directas.
Un ejemplo impactante se centra en las docenas de llamadas amenazantes a un propietario de hotel en Manhattan, su familia y empleados. Posteriormente, en octubre, Hall envió mensajes de texto con fotografías de dos armas de fuego y un machete, junto con amenazas explícitas de daño físico contra el propietario y su familia.
El 22 de noviembre, el FBI realizó un cateo en la residencia de Hall en Mesa, Arizona. Durante el operativo se encontraron las dos armas de fuego que aparecen en los mensajes de texto, así como otras armas y municiones. Un detalle relevante: ninguna de las armas estaba registrada a nombre de Hall.
La investigación reveló que las amenazas al propietario del hotel formaron parte de un patrón más amplio de intimidación y amenazas de muerte dirigidas a diversas personas, con un claro sesgo antisemita y un lenguaje violento. Hall enfrenta dos cargos por realizar amenazas interestatales y un cargo por acoso interestatal, cada uno con una pena máxima de cinco años de prisión en caso de ser declarado culpable. La investigación continúa, y se espera que más información salga a la luz próximamente.
El fiscal federal interino, Edward Kim, declaró: “Ningún individuo merece ser receptor de este tipo de amenazas ni ser atacado por su religión.” La magnitud y la naturaleza de los crímenes han impactado fuertemente a la sociedad.