Diversos estudios han ligado el consumo excesivo de estos productos a problemas de obesidad, diabetes y otros trastornos metabólicos. Ahora, a miles de kilómetros, en Arizona, Estados Unidos, se está debatiendo una iniciativa legislativa que podría cambiar radicalmente los menús escolares. El representante estatal republicano, Leo Biasiucci, ha propuesto un proyecto de ley que busca restringir el uso de 11 ingredientes específicos en las comidas servidas en las escuelas públicas. Entre ellos se encuentran aditivos como el bromato de potasio, el propilparabeno, el dióxido de titanio y varios colorantes artificiales, incluyendo el Amarillo 5, Amarillo 6, Azul 1, Azul 2, Verde 3, Rojo 3 y Rojo 40.
La iniciativa, que ha generado un intenso debate, se basa en preocupaciones sobre la seguridad alimentaria y la salud infantil. “Necesitamos asegurarnos de que obtengan ingredientes que no solo sean seguros, sino también nutritivos”, afirmó Biasiucci. El Dr. Shad Marvasti, director de medicina integral en HonorHealth, señala que los alimentos ultraprocesados constituyen aproximadamente el 70% de la dieta promedio del estadounidense y que muchos de estos aditivos han sido prohibidos en otros países o incluso en algunos estados de Estados Unidos debido a sus potenciales riesgos para la salud, incluyendo el cáncer e incluso hiperactividad en niños, como es el caso del Amarillo 5 y su relación con el TDAH.
La propuesta de Biasiucci no pasaría desapercibida. La FDA, recientemente, prohibió el Rojo N° 3 y el aceite vegetal bromado, dos de los ingredientes incluidos en la lista del proyecto de ley. Esta decisión, tomada tras décadas de estudios e investigaciones, refuerza la preocupación sobre los potenciales efectos adversos de estos aditivos.
Sin embargo, la implementación del proyecto de ley no está exenta de desafíos. Biasiucci reconoce que el aumento de costos asociado a un cambio a gran escala representa un obstáculo significativo. Se espera que el costo se cubra con fondos federales. El proyecto, por el momento, solo afectaría a las comidas proporcionadas por las escuelas y no a las loncheras que los niños llevan de casa. La propuesta buscaría una reforma a los menús escolares, actualmente con productos procesados como ketchup y papas fritas clasificadas como vegetales.
La situación en Arizona pone de manifiesto la complejidad de abordar la alimentación saludable en las escuelas. Se trata de un delicado equilibrio entre la necesidad de proteger la salud de los niños y las implicaciones económicas y logísticas de implementar cambios significativos. Este caso sirve como ejemplo para reflexionar sobre los desafíos globales en torno a la alimentación escolar y la lucha contra el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados.