La rutina diaria parece fluir sin contratiempos; las tiendas abren sus puertas, los coches circulan, y la vida continúa su curso. Sin embargo, a escasos metros de esta tranquilidad cotidiana, la realidad fronteriza se manifiesta con cruda contundencia. A 24 horas de la investidura de Donald Trump, y a la vista de tres patrullas de la Border Patrol, EL UNIVERSAL fue testigo de cómo un migrante superó con agilidad el muro fronterizo.
El hombre saltó, su ropa quedó enredada en la alambrada de cuchillas, pero en segundos logró liberarse y desaparecer entre la maleza. El lugar, silencioso testigo de innumerables intentos, está sembrado de restos: ropa camuflada, zapatos, tenis, guantes, gorras… vestigios de un viaje arriesgado, un viaje hacia el "Sueño Americano". Incluso se observan los restos de una escalera de metal oxidada, un artefacto improvisado que alguna vez facilitó el peligroso cruce. Y a los pies del muro, cruces y veladoras conmemoran a quienes perdieron la vida en el intento.
A unas cuadras, la atmósfera cambia. En la garita de Nogales, la fila de personas que esperan ingresar a Estados Unidos de forma legal se extiende pacientemente. En dirección contraria, un flujo constante de personas cruza hacia México. La actividad es frenética, pero no refleja la tensión que las declaraciones de Trump podrían sugerir.
Mario, encargado de un motel cercano, lo resume así: "Todo está tranquilo, no ha habido gran cosa. Mucha gente dice que va haber redadas y muchas detenciones con lo que dice Trump, pero yo no creo. Hay que esperar, pero no creo porque se necesitan muchos elementos migratorios y no creo que tengan todas las personas necesarias". Su perspectiva es la de un observador cotidiano, que conoce la ciudad, su ritmo, y la constante presencia de la migración. Para él, el nerviosismo generado por las amenazas presidenciales parece superar a la realidad en el terreno.
La escena se repite: en la high school, personas hacen ejercicio, en las calles principales, el comercio funciona con normalidad. El frío intenso no detiene a quienes cruzan a Tucson con fines turísticos. La vida, con sus contrastes, continúa en Nogales.