Tsunami amarillo

El América no tuvo piedad y golea a un Puma débil entre rayos y relámpagos

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GUADALAJARA

El América no tuvo piedad y golea a un Puma débil entre rayos y relámpagos.

El América fue un Tsunami amarillo. La lluvia salvó a Pumas de una humillación mayor. La lluvia entorpeció el juego y eso aminoró la tempestad de rayos, centellas y relámpagos que las Águilas desataron sobre la meta de Pumas.
4-1, y pudieron ser más. Muchos más. Pero esos cuatro fueron suficientes para que América, con dos juegos menos, sea líder por diferencia de goleo.
Los goles tienen un sello, un holograma de común denominador: confianza a muerte del entrenador Miguel Herrera en sus anotadores. Sostuvo y dio oportunidad contra viento y marea a Miguel Layún, Topo Valenzuela y Quick Mendoza. Responden con rabia y responde en la red. Y podría agregarse la fe del Piojo en Luis Gabriel Rey.
Hasta el cierre de este reporte, Pumas aún no se manifestaba sobre lo que parece inminente: la salida de Antonio Torres Servín, en una fecha luctuosa históricamente en el futbol mexicano, tras los despidos de otros dos entrenadores como Gabriel Caballero y Wilson Graniolatti.
Era clima tenebroso. Lluvia intensa desde horas antes del juego. Relámpagos cegadores. Rayos amenazantes. Truenos ensordecedores. La tormenta era un preludio dantesco.
Pumas fue una oposición endeble, frágil, timorata, ante un América que usurpó la autonomía de la cancha del Olímpico Universitario desde el primer minuto de juego.
Pero las debilidades de Pumas no se manifestaron solas, fueron desnudadas, bajo la lluvia y el frío, por un América que hace más pulcro su futbol rápido, abierto, de movimientos constantes y razonados por sus jugadores.
Y en las aulas universitarias, nadie hizo su tarea. Los Pumas parecían pasmados. Como si los jugadores y el cuerpo técnico no hubieran dedicado tiempo elemental en analizar al adversario.

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