Es justo lo que sucedió en la Copa Libertadores, específicamente con el partido de vuelta de la semifinal entre Peñarol de Uruguay y Botafogo de Brasil. Se esperaba que el encuentro se jugara en el Estadio Campeón del Siglo, la cancha de Peñarol, pero la CONMEBOL, la entidad que rige el fútbol sudamericano, tomó una decisión que sorprendió a todos. La seguridad de los hinchas visitantes era un punto crucial, ya que se habían presentado incidentes de violencia en el partido de ida en Río de Janeiro, donde Botafogo goleó 5-0 a Peñarol. Las autoridades uruguayas alertaron sobre la imposibilidad de garantizar la seguridad de los fanáticos brasileños en el estadio del Campeón del Siglo, lo que llevó a la CONMEBOL a tomar una determinación radical: el partido se disputará en el Estadio Centenario, una sede con mayor capacidad. El director nacional de la Policía de Uruguay, José Manuel Azambuya, declaró que "en el Campeón del Siglo no se puede jugar con las dos parcialidades, solo con parcialidad local, la hinchada de Peñarol".
El cambio de sede implica un reto para Peñarol, pues deberán cubrir los costos de traslado y jugar en un estadio que no les es familiar, pero la seguridad de los hinchas es primordial.