Suiza vive una revolución futbolera con Pia Sundhage al mando

Las gradas, normalmente discretas, ahora rugen con una pasión que contagia hasta a los más escépticos. Los últimos minutos de los partidos se han convertido en auténticos dramas, con goles en el descuento que desatan euforia colectiva. "Sentimos a toda Suiza detrás de nosotros. Es increíble", confesó Viola Calligaris, defensa del equipo, tras el empate 1-1 contra Finlandia que las clasificó para la siguiente fase.
La clave de este giro emocional tiene nombre: Pia Sundhage. La experimentada entrenadora sueca, con dos oros olímpicos en su historial, llegó con una misión clara: sacudir la mentalidad suiza. "A veces ser correcta no es suficiente", advirtió en mayo. Su diagnóstico fue preciso: las jugadoras tenían talento, pero les faltaba ese punto de locura controlada que separa a los buenos equipos de los grandes.
Queda la pregunta inevitable: ¿es este el "volverse loco" que pedía Sundhage? La entrenadora, con una sonrisa que delata satisfacción, responde: "Un comienzo, tal vez". Mientras, Suiza espera. Cuarenta y un años después de su última aparición en fase final, el próximo viernes en Berna podría ser el día en que la cordura suiza termine de caer... frente a la campeona del mundo.