Calor extremo en Mundial 2026: la amenaza que la FIFA no puede ignorar

Según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), los meses tradicionales del torneo —junio y julio— registraron un aumento global de 1.05°C desde 1930. Pero el problema se agudiza en Norteamérica: ciudades como Phoenix, Dallas o Kansas City, sedes confirmadas para 2026, han superado los 45°C en verano. "No es exageración: sin cambios, estaremos al borde de emergencias médicas masivas", advirtió la climatóloga Friederike Otto del Imperial College de Londres.

La FIFA implementó medidas paliativas durante el Mundial de Clubes:

• Pausas obligatorias cada 30 minutos en partidos diurnos
• Ventiladores industriales en bancas y áreas técnicas
• Distribución de hielo terapéutico en vestuarios

Pero los jugadores siguen en la mira. Enzo Fernández, mediocampista del Chelsea, colapsó por mareos durante un partido en Orlando. "Sentí que el aire se acababa. La FIFA debe prohibir los horarios de tarde en 2026", declaró al finalizar el encuentro. Médicos deportivos confirman que la hipertermia (sobrecalentamiento corporal) reduce el rendimiento físico hasta en un 40% y eleva el riesgo de paros cardíacos.

El informe de FIFPRO identificó seis sedes del próximo Mundial como "zonas rojas" por estrés térmico, incluyendo:

• Houston (humedad superior al 80%)
• Las Vegas (superficie de cancha a 60°C)
• Miami (sensación térmica de 50°C)

Gianni Infantino, presidente de la FIFA, aseguró que los estadios con techos retráctiles albergarán los partidos críticos. Sin embargo, científicos señalan que el problema escalará en 2030, cuando Marruecos —con temperaturas históricas de 49°C— sea una de las sedes. La organización mantiene su postura: "El calendario no cambiará. Los protocolos actuales son suficientes", afirmó un portavoz a medios.

Detrás de la polémica hay una industria que mueve 7,000 millones de dólares en derechos televisivos. Cambiar los horarios afectaría las audiencias europeas, que generan el 60% de los ingresos. Mientras, la Universidad de Sydney revela que los deportistas actuales enfrentan 28% más riesgo de golpes de calor que en los 90. El dilema sigue abierto: adaptarse o jugar con fuego.

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