Los Ángeles
Diego Luna reconoce que cuando estuvo rodeado de muchas personas fue la época en que más solo se sentía. Ahora, el actor enfrentará la soledad en el escenario con la obra “Cada vez nos despedimos mejor”, su primer monólogo, que asegura le hizo creer nuevamente en las relaciones humanas.
“Esa ingenuidad o inocencia que nos caracteriza tanto en las historias de amor nos permite volver a creer. No importa cuántas veces nos hayamos caído, siempre viene ese momento donde vemos a ese ser y decimos, ‘¡Ahí está! Es con ella o con él’. Y se nos olvida todo lo que hemos terminado y ahí vamos”, dijo Luna el martes en una rueda de prensa en la que presentó la obra, que se estrena el 22 de noviembre en la Sala Chopin de la capital mexicana.
La puesta en escena, escrita y dirigida por Alejandro Ricaño, es una comedia de humor negro que, a través de la relación de Mateo con Sara, reflexiona sobre el amor, las relaciones contemporáneas, la búsqueda de las segundas oportunidades y la soledad.
Aunque Luna se enfrentó a muchas experiencias personales al sostener varias reuniones con Ricaño para moldear la obra, acotó que a sus 33 años no ha atravesado ninguna crisis existencial, ni la famosa crisis de los 30.
“Es la época en que más acompañado me he sentido. Echando un ojo en el pasado, había mucha gente a mi alrededor pero estaba bien solo y eso lo he ido corrigendo. Estoy rodeado de la gente que quiero, tengo el placer de trabajar con gente que admiro y establecer relaciones íntimas y personales que trascienden lo personal, tengo dos hijos. Más acompañado no podría estar”, dijo. “Es importante estar solo para estar acompañado”.
Ricaño explicó que para dar vida al argumento sostuvo varias conversaciones con el actor en las que vertieron sus experiencias personales y generacionales con el fin de lograr una obra “muy íntima” y una mayor conexión con el público.
“Fueron borracheras, nos platicamos nuestra vida entera, anhelos, frustraciones y acabamos encontrando temas en común. La borrachera siempre desinhibe y como teníamos solo tres meses tuvimos que aplicarnos”, dijo Luna entre risas. “La puesta aspira a que el público salga tan conectado como estamos nosotros”.
Y la obra, asegura Luna, no tiene un tono triste.
“No habla del amor eterno, pero sí de los reencuentros”, precisó. “Qué triste sería hablar como unos amargados, decir: ‘enamórate de tu Blackberry, trátala bien, cómprale pilas porque no hay por dónde’. Pero no va por ahí, al contrario”.
La historia se sitúa en México y retoma varios sucesos históricos ocurridos en el país entre 1979 y 2012, como el terremoto de 1985 y la salida y vuelta al poder del Partido Revolucionario Institucional.
Luna celebró poder realizar uno cuya acción ocurre en México.
“Ya estaba cansado de ir a buscar y traer obras que suceden en Nueva York, Londres y Copenhague y tropicalizarlas un poco y meterle unas cuantas palabras y referencias mexicanas que conecten con el público”, dijo. “Hay que celebrar lo que está pasando aquí.