MÉXICO, DF
Luke Evans, quien da vida al Príncipe Vlad III de Valaquia, explica que fue todo un reto convertirse en el mítico vampiro.
Sin duda Drácula es el vampiro más famoso de la literatura: dejó las hojas de papel escritas por Bram Stocker en 1897 para plasmar su oscura figura en el celuloide. Pero toda leyenda tiene un inicio, y el vampiro no siempre fue una criatura temible que se alimentaba de sangre humana, su cuerpo con vida perteneció a Vlad III, Príncipe de Valaquia, un personaje real del siglo XV.
El enigmático personaje ha sido interpretado por actores consagrados como Bela Lugosi y Gary Oldman, ahora es el turno del galés Luke Evans, quien en la cinta Drácula, la historia jamás contada, que se estrena hoy en nuestro país, muestra el lado más humano del vampiro.
“Lo que es increíble de la historia es que se cuenta desde el principio. Estamos hablando de una figura histórica, un hombre que se ha convertido en un mito en el planeta. En el 1400 era el líder de un país completo, era padre, un guerrero que era muy respetado por su pueblo.
Tienes la oportunidad de ver el interior del hombre que se vuelve una parte sumamente interesante de la historia, porque con esa parte se entiende mucho mejor la historia del mito en el que se convirtió. El hecho de que fuera humano en una parte hace que pueda entender algunas cosas de sus decisiones, un hombre muy emocional que camina un gran viaje cargado de diferentes emociones y sentimientos, como el amor, el corazón roto, la responsabilidad, la pasión, el enojo, la traición y la venganza. Me sentí muy honrado, pensé que era una broma la primera vez que me dijeron si quería darle vida, porque el conde es un hombre como de 50 o 60 años, y me sorprendió mucho cuando leí el guión y descubrí que era una historia que no se había contado antes el origen del vampiro más famoso de la historia, que ha sido interpretado por algunos de los actores más increíbles que han existido en las últimas tres generaciones, es maravilloso”, explicó Evans vía telefónica desde Londres, Inglaterra.
Durante dos años se documentó, junto con el director Gary Shore, y se preparó de forma física para crear un Drácula lleno de emociones humanas y que, de la misma manera que las personas, toma decisiones acertadas y equivocadas, por lo que para el actor que lleva el peso de su primer protagónico, es un regalo.
“El regalo de interpretar a un personaje como el Príncipe Vlad es que existen muchísimos libros y textos en los cuales puedes investigar y hacerte de un panorama mucho más amplio para interpretar el papel. Sobre Vlad Tepes hay infinidad de información del tiempo y los lugares donde vivió, a la vez que hay muchos contrastes sobre su historia, sobre si era un ser oscuro y empalaba a sus enemigos, o si cuando era un niño fue llevado con los turcos y criado por los enemigos de su reino.
Disfruté mucho de la investigación para dar vida a Drácula, los vampiros han formado parte del folclor de Europa del este por mucho tiempo y Bram Stocker fue quien escribió sobre Drácula. Es un tema muy interesante y fascinante que ha permeado en diferentes tipos de vampiros, en diversos países del mundo”, apuntó Evans.
El actor también explicó que el Príncipe de Valaquia es un personaje que, además de ser demandante en la cuestión sicológica, también lo es en el plano físico, por lo que su preparación comenzó dos meses antes de iniciar el rodaje en locaciones de Irlanda del Norte.
“Creo que la demanda física de ser Vlad fue lo más difícil para darle vida al personaje, las batallas y los retos en sí de Drácula fueron complicados. Me puse a entrenar dos meses antes de comenzar a filmar, la rutina era más o menos estar en el set todo el día y después ir al gimnasio a ejercitarme bajo la guía de mi entrenador personal.