Monarca busca embriagar al público

La serie escudriña en la corrupción familiar y hace un retrato de cómo tener el control llega a convencer a cualquiera

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Así como el tequila conquista al paladar más exigente y embriaga al más sobrio de los bebedores, el poder puede corromper a quienes van en busca de la verdad y la justicia. Este es parte del contexto en el que se desarrolla la segunda temporada de la serie Monarca, cuyos últimos detalles fueron afinados en medio de la pandemia ante el covid-19.
El director Fernando Rovzar definió esta segunda temporada, que estará disponible a partir de mañana, como una gran lucha familiar en la que la corrupción permea a todos niveles y la verdad es un arma de dos filos, tanto para quienes quieren ocultarla como para los que desean que sea expuesta.
La diferencia es que los personajes, quienes en la primera temporada querían revelar la verdad, hoy quieren esconderla y viceversa. Hay una gran lucha. En la primera temporada hablamos de un sistema corrupto como el mexicano. En ésta, nos damos cuenta que la verdadera corrupción es la que está por dentro, la que llevamos en el día a día con nuestra familia, hermanos, hijos y padres. De ahí se corrompe un sistema. Logramos descubrir la corrupción desde el contexto de la familia, más que del gobierno”, expresó Fernando Rovzar en entrevista con Excélsior.
Su hermano, el productor Billy Rovzar, señaló que la premisa de esta nueva temporada hecha para Netflix es esperanzadora, porque habla de trabajar en lo interno, tanto en lo personal como en lo familiar, antes de intentar cambiar el exterior.
Se tiene que limpiar primero la casa, para poder limpiar el mundo. Cuando pensamos que el mundo está roto, no nos damos cuenta que hasta que se limpie nuestro interior, no se puede hacer nada al respecto”, destacó Billy.
Es así que la lucha se gesta dentro de la familia Carranza, liderada por la matriarca Cecilia Dávila, viuda de Carranza, recreada por la actriz Rosa María Bianchi, y tres hijos: Joaquín (Juan Manuel Bernal), Andrés (Osvaldo Benavides) y Ana María (Irene Azuela), quienes se disputan el poder del imperio tequilero Monarca y revelan un lado oculto de sus personalidades.
Ana María es una mujer que tiene todas las capacidades y talentos para ser una figura de liderazgo, que invite a hacer las cosas correctamente. Esa era su intención en la primera temporada, pero llega la segunda y se corrompe mucho más fácil y rápidamente de lo que se hubiera imaginado. Es un personaje que buscará darle seguimiento a esos valores con los que empezó la aventura de dirigir un emporio como Monarca”, reveló Irene Azuela vía Zoom.
Se unen a la trama los actores Fernanda Castillo y Alejandro de la Madrid, quienes interpretan a una pareja que va en busca de la verdad acerca de su padre.
Mi personaje viene por justicia. Todo mundo me siente como antagónica, porque estoy en contra de lo que quieren los protagonistas, que es esconder la verdad. Ella viene a averiguar quién mató a su papá y luego es manipulada para entrar en una revancha con sus primos, los Carranza. Todos terminan perdiendo más que lo que ganan en esta temporada”, acotó Fernanda Castillo.

EN LA PANDEMIA
El productor Billy Rovzar detalló que la serie fue finalizada en medio del confinamiento, por lo que el equipo de producción hizo del rodaje una burbuja para evitar contagios del virus.
Tratamos de que no hubiera ninguna complicación adicional y que el rodaje fuera lo más natural posible. No había nada en qué basarnos. Con una guía de epidemiólogos y médicos, armamos un protocolo sanitario, lo presentamos a Netflix y nos dijeron que les hacía sentido.
Hubo una burbuja, estuvimos en un hotel metidos un mes entero, cuidándonos, separándonos, sanitizando todo lo que entraba y salía y la gente no iba a ningún lado. Nos ayudó a tener control. Hicimos pruebas a la gente para entrar. Al final el saldo fue blanco y eso fue muy bonito”, concluyó Billy Rovzar.

EL CAMEO DEL DIRECTOR
Fernando Rovzar hizo un cameo en esta segunda temporada de la serie como un investigador de la policía: Hace unos años tomé un taller de actuación para directores, porque siento que es muy difícil saber exactamente lo que le estás pidiendo a un actor si no puedes conectar con lo que significa. Tomé este curso, sin la intención de actuar. Cuando te pones en la situación de hacerlo, te conectas con los actores de manera más íntima y empática. Hacer el cameo, con Juan Manuel Bernal, a quien adoro, fue divertidísimo. José Manuel Cravioto me dirigió, me tuvieron mucha paciencia y conocí mejor a los actores. Entrar en esos zapatos un momentito, me ayudó”, dijo.

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