Iniciando su carrera en 1949, Silvia Pinal no solo se ha consolidado como una leyenda del cine mexicano, sino también como una astuta empresaria, acumulando un impresionante patrimonio que incluye propiedades, negocios y valiosas obras de arte, destacando una de Diego Rivera.
La distribución de su legado ha sido un tema de interés público, especialmente tras declaraciones de Enrique Guzmán, quien descartó ser beneficiario de la herencia. Pinal ha decidido que su fortuna se reparta equitativamente entre sus tres hijos: Sylvia Pasquel, Luis Enrique y Alejandra Guzmán, con el fin de preservar la unidad familiar y perpetuar su legado cultural.
Sin embargo, la controversia surge alrededor de Apolo, incluido en el testamento, y la asistente personal de Pinal, Efigenia Ramos, quien desmintió rumores sobre recibir parte de la herencia. Este capítulo en la vida de la actriz subraya las complejidades detrás de las decisiones testamentarias y los posibles conflictos que estas pueden generar.