¿Y por qué? Pues porque Kimmel se atrevió a criticarlo en la entrega de los Oscar. Trump, como siempre, no se ha quedado callado.
En un acto de puro drama, ha subido un video a su red social preferida, Truth Social, donde, con su característico tono de víctima, llama a Kimmel "obsesionado" con él. Se lo ha llamado "Derrengamiento Trump".
¡No me digas! ¿Cómo es posible que un ex presidente se preocupe por las críticas de un presentador?
Pero eso no es todo. Trump también ha acusado a la esposa y el agente de Kimmel de "rogarle" que no leyera un mensaje de Trump donde lo menospreciaba. ¿Acaso, un ex presidente no tiene nada mejor que hacer?
Además, le ha reprochado a Kimmel sus bajas cifras de audiencia. ¿En serio? ¿Un ex presidente preocupándose por los ratings de un programa nocturno? ¡Es como si la reina Isabel se preocupara por la última tendencia de TikTok!
Todo esto, por la aparición de Tim Walz, candidato a vicepresidente por el Partido Demócrata, en el programa de Kimmel.
Claro, ¿cómo no? ¿Cómo puede Trump soportar que otros personajes de la política tengan un espacio en el mundo del entretenimiento? Parece que la única forma de que Trump pueda hacer sentir su presencia es a través de escándalos y ataques personales.
Kimmel, por su parte, ha respondido con su habitual humor: "Trump tiene razón en algo: No he manipulado las elecciones, solo he intentado hacerlo y he fracasado".
Stephen Colbert, otro presentador de programas nocturnos, también se ha sumado a la fiesta, describiendo a Trump como un "bebé" y comparándolo con Jeffrey Dahmer, por su negativa a aceptar la realidad.
¿A quién se le ocurriría que un ex presidente y un presentador de programas nocturnos podrían tener una rivalidad tan intensa?
Parece que la única forma de que Trump pueda hacer sentir su presencia es a través de escándalos y ataques personales.
Y por el lado de Kimmel, él no parece dispuesto a dejar que el ex presidente se salga con la suya.