El evento fue parte de la muestra BeyondFest, y también contó con la participación de Jan de Bont, director de la película. Tras la proyección de la película de acción de 1994, que catapultó la carrera de ambos actores, el público recibió a Bullock y Reeves con una ovación de pie.
Es que, por separado, ambos son dos de las estrellas más queridas y admiradas de Hollywood, pero juntos, como saben todos los que hayan visto Máxima velocidad, son dinamita. A principios de este año, el dúo había participado en una extensa charla sobre la película en el podcast 50 MPH, dedicado enteramente a ella. Sin embargo, su presencia en el escenario se convirtió en un festejo dentro del festejo.
Desde la muerte de su pareja, Bryan Randall, en agosto del año pasado, Bullock se ha mantenido alejada del centro de la escena y de los sets de filmación. Y aunque muchas veces han hablado uno del otro en diversos reportajes, es cierto que los actores no aparecían en público juntos desde hace tiempo. Y mucho menos para hablar de la experiencia compartida que los unió primero en la pantalla y más tarde fuera de ella.
"Yo tenía puesto un vestido de una tela muy liviana y por debajo una especie de enterito al cuerpo. Cuando empezamos a ensayar la escena en la que mi personaje sale del autobús me di cuenta de que el viento iba a hacer que mi falda volara por arriba de mi cabeza. Así que el trabajo de Keanu, desde mi punto de vista su tarea más importante, era colocar sus manos de una manera que evitara que el vestido hiciera eso. No solo tuvo que hacer todas esas secuencias de riesgo, sino también se ocupó de cuidar mi dignidad al evitar que se vieran partes de mí que no necesitaban exhibirse en la pantalla grande", recordó Bullock entre risas, en un momento de la charla.
Desde que máxima velocidad se convirtió en un suceso de la taquilla global, con una recaudación de más de 350 millones de dólares, mucho se dijo sobre el vínculo entre sus protagonistas. Bullock y Reeves se conocieron en el rodaje del film y entablaron una amistad que perdura hasta la actualidad, tal vez porque, como afirmó la actriz en varias ocasiones, su relación nunca fue otra cosa que platónica.
De todos modos, la fantasía del público y su evidente química en pantalla los llevó a hacer otro proyecto juntos: La casa del lago (2006), el drama romántico dirigido por el argentino Alejandro Agresti. En un largo perfil que la revista Esquire publicó sobre Reeves, Bullock explicó que, en su opinión, si hubieran sido pareja, su amistad habría corrido peligro de arruinarse.
"¿Pero quién sabe? Keanu es un tipo que, creo, es amigo de todas las mujeres con las que salió. No creo que haya nadie que tenga algo horrible para decir sobre él, así que tal vez podríamos haber sobrevivido", reflexionó Bullock en aquel reportaje.Un tiempo antes, Reeves había confesado en el programa de TV de Ellen DeGeneres que durante la filmación de máxima velocidad se había enamorado un poco de su compañera de elenco.
Frente a los más de 500 asistentes al evento organizado por la American Cinematheque, la actriz recordó la historia de cómo consiguió el papel que modificó para siempre la trayectoria de su carrera y de su vida. "Era una recién llegada en la industria y siempre me sentía al borde de un ataque de nervios. Me recuerdo llegando a la audición, tengo la imagen del coche que manejé hasta allí. Me acuerdo de lo que estaba pensando, de la puerta, que cuando entré la sala estaba algo oscura. Estaba feliz de estar ahí. Estaba entusiasmada. No creía que me fueran a dar el trabajo. De hecho, lo conseguí porque no una, ni dos, sino tres otras actrices dijeron que no", explicó Bullock.
Reeves, por su parte, contó que su experiencia con el proyecto fue casi la inversa. "En principio rechacé el papel, pero me seguían mandando nuevas versiones del guion y empecé a pensar que podía ser algo divertido de hacer. Y cuando conocí a Jan me di cuenta de que era un genio loco, un director de verdad y una persona con una visión. Alguien que sentía verdadera pasión por contar esta historia. Además, el hecho de que había sido el director de fotografía de duro de matar me hizo decir que sí", contó Reeves entre aplausos que subieron de volumen cuando llegó el momento de hablar de la posibilidad de una nueva entrega de máxima velocidad que cuente, a diferencia de lo que sucedió con la secuela de la que no participó Reeves, con los dos actores y el director original.
Tendría que ser la versión geriátrica. Rápida no será, bromeó Bullock que prefirió calmar los ánimos del público dirigiendo la atención al estado de la industria del cine como ya no se parece demasiado a la de 1994."¿Qué se necesitaría para que Jan pueda hacer la película que demuestre sus intenciones y capacidades? Creo que exigiría mucho de todos los involucrados y no creo que la industria como es ahora esté dispuesta a respetar la mirada artística o que sea lo suficientemente valiente para hacerlo. Quizás me equivoque, pero si él no puede hacerlo a su modo… Además, no sé qué podríamos hacer para que sea satisfactorio para los espectadores", concluyó la actriz mientras el público presente pedía con sus aplausos y gritos que al menos lo intentaran.
La posibilidad de una nueva entrega de máxima velocidad sigue siendo una incógnita, pero la reunión de Bullock y Reeves en el escenario del Teatro Egipcio fue una muestra de la perdurable amistad que une a dos de las estrellas más queridas de Hollywood.