Rasoulof, visiblemente conmocionado, decidió continuar con la entrevista, demostrando su capacidad para superar obstáculos insuperables.
Con 52 años, Rasoulof ha sido un objetivo recurrente de las autoridades iraníes debido al contenido de sus películas, que denuncian la represión violenta del gobierno islámico en todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos. Desde 2010, ha sido condenado varias veces, prohibido de hacer películas y ha pasado múltiples estancias en la cárcel. Para evitar una reciente sentencia de ocho años de prisión que incluía una flagelación, Rasoulof huyó de Irán en mayo después de que el régimen exigiera que retirara su última película, "La semilla del higo sagrado", del Festival de Cine de Cannes, donde había sido seleccionada para competir.
La película, que ahora es la entrada de Alemania para la categoría de largometraje internacional en los Óscar, es un drama que explora la división de una familia a lo largo de líneas ideológicas en medio de las protestas de 2022. La corrosiva regla del estado iraní obliga a un abogado, Iman, a firmar sentencias de muerte, mientras que sus dos hijas adultas, Rezvan y Sana, se niegan a permanecer en silencio. Rasoulof afirma que su experiencia en la cárcel y su interacción con interrogadores, censores y el sistema judicial le han permitido identificar patrones comunes entre las personas que se someten al poder.
La carrera de Rasoulof como director de cine disidente se inició con su primer largometraje, "El crepúsculo", en 2002. La película, un docuficción sobre un prisionero que se casa mientras cumple su sentencia, presentaba a personas que interpretaban a sí mismas, recreando situaciones reales. Durante el rodaje, Rasoulof pasó varios días viviendo en la cárcel con sus actores, sin imaginarse que regresaría como prisionero años después.
"Puede que sea el único director de cine que ha experimentado tantas formas diferentes de estar en la cárcel", dice Rasoulof con una sonrisa. "No solo como observador, sino también como prisionero real. Son muy diferentes". En ese momento, Rasoulof creía que su trabajo podría generar un diálogo significativo en su país natal. Sin embargo, a medida que sus historias originales comenzaron a cuestionar más abiertamente al sistema, su exhibición pública fue prohibida.
La lealtad y la confianza fueron fundamentales en la producción de "La semilla del higo sagrado". Rasoulof y su equipo tuvieron que ser cuidadosos al seleccionar a los actores y el personal, ya que la seguridad era una preocupación constante. La película, que ganó un premio especial del jurado en Cannes, es un ejemplo de la capacidad de Rasoulof para crear arte disidente a pesar de las circunstancias adversas.
Rasoulof no tiene dudas de que su película llegará a la audiencia iraní a través de aplicaciones de redes sociales como Telegram. Sin embargo, prefiere que se vea en una pantalla grande, en lugar de en un teléfono móvil. La película es un ejemplo de la resistencia y la creatividad que pueden surgir en medio de la represión.
En la actualidad, Rasoulof se encuentra en una situación incierta, dando entrevistas en Hollywood como un fugitivo. Sin embargo, se deleita en una nueva normalidad que nunca había experimentado antes, derivada de cosas aparentemente insignificantes. La sensación de seguridad que siente ahora es un gran alivio, pero también viene con un costo emocional. Rasoulof y sus valientes artistas encuentran consuelo en la solidaridad y la