La historia sigue a dos jóvenes, Elwood y Turner, que son enviados a una escuela de reforma abusiva en la Florida de mediados del siglo XX.
Lo que hace que "Nickel Boys" sea única es su enfoque en la perspectiva de los personajes. Ross filmó la película casi enteramente desde el punto de vista de Elwood y Turner, lo que permite al espectador experimentar el mundo a través de sus ojos. "Es un canto a mirar a través de los ojos de aquellos cuyos ojos han sido poseídos por otros, y cuya percepción ha sido gestionada por otros", explica Ross.
Para lograr este efecto, Ross y su equipo de cinematografía, liderado por Jomo Fray, desarrollaron un estilo de filmación que llaman "perspectiva sensible". En lugar de simplemente filmar desde el punto de vista de los personajes, buscaron crear una sensación de inmersión que permitiera al espectador sentirse como si estuviera dentro del cuerpo de Elwood y Turner.
Este enfoque no solo cambia la forma en que se presenta la historia, sino que también desafía las convenciones de la narrativa cinematográfica. "La pregunta es, ¿puedes repoblar el archivo perdido?", se pregunta Ross. La respuesta, según él, es sí, y "Nickel Boys" es un ejemplo de cómo se puede hacer.
La película ha recibido críticas positivas por su innovadora narrativa y su enfoque en la perspectiva de los personajes. Sin embargo, algunos críticos han argumentado que la perspectiva subjetiva puede hacer que sea más difícil para el espectador conectarse con los personajes. Ross no está de acuerdo con esta crítica, y argumenta que la película es un intento de restaurar la humanidad de los personajes y no simplemente de presentar su historia de una manera que sea fácil de digerir.
En última instancia, "Nickel Boys" es una película que desafía al espectador a ver el mundo de una manera diferente. A través de su enfoque innovador en la perspectiva de los personajes, Ross busca crear una experiencia que sea más inmersiva y emocionalmente resonante. "La imagen es una invitación para que el espectador se coloque realmente en un cuerpo que puede o no reconocer", explica Fray. "Por dos horas, realmente estás caminando en los zapatos de otra persona. Y eso es el corazón de la promesa del cine".