Gabrielle Epstein, conocida como Gabby en Instagram, acumula 3.9 millones de seguidores cautivados por sus fotografías. Recientemente, una selfie en bikini azul y amarillo floral, atada de forma poco convencional, generó una avalancha de elogios. Comentarios como "Eres increíblemente hermosa" inundaron su perfil. Sin embargo, esta imagen palidece ante la controversia que la precedió.
Días antes, Gabby compartió una historia en Instagram mostrando una banca pública con carteles que invitan a conversar con desconocidos. Esta iniciativa, importada del Reino Unido con el fin de combatir la soledad, recibió la crítica mordaz de la modelo. Su comentario: "Literalmente vomitaría sobre alguien si se sentara a mi lado en una banca y comenzara a hablar. Este país está en ruinas.", desató una ola de indignación.
Las críticas fueron contundentes. Los usuarios la acusaron de falta de empatía y superficialidad, señalando la ironía de su queja frente a problemas mucho más graves. Ejemplos de los comentarios recibidos incluyeron: "¿Cómo está este país en ruinas? Entonces no te sientes ahí," o "Los niños se mueren de hambre y pierden sus piernas y esta es tu mayor queja? ¡Madura!"
Ante la virulencia de las respuestas, Gabby publicó capturas de pantalla de los mensajes más agresivos, añadiendo comentarios sarcásticos. Posteriormente, en una entrevista con The Daily Telegraph, clarificó que su comentario fue una broma, aunque admitió: "Si una simple foto como esa puede generar tanta indignación en la gente, quizás sea una señal de que todos necesitamos dar un paso atrás y no tomarnos las cosas tan en serio."
El caso de Gabby Epstein, una mujer de 30 años, ilustra la delgada línea entre el humor y la ofensa en las redes sociales. Un ejemplo de cómo un comentario, sin importar la intención, puede generar repercusiones imprevistas en un mundo hiperconectado.