Un fin de semana familiar, lleno de risas y momentos compartidos, precedió a una angustia que marcaría para siempre su vida.
El 20 de noviembre, Gabriel Romero, exesposo de Thalí y padre de su hija, desapareció. Dejó de contestar mensajes. Un vacío inexplicable que se instaló en medio de los preparativos para una cirugía crucial en la vida de la actriz: la extirpación de un cáncer. “Él sabía que el 21 me operaban,” recuerda Thalí en una entrevista reciente para el canal de YouTube 'Vaya vaya'. "Su último mensaje fue: 'Chaparra, a qué hora te intervienen para estar ahí, para verte'."
La angustia se incrementó con cada hora que pasaba. Gabriel, un exitoso empresario, había estado con ella esos días previos a la operación, compartiendo momentos especiales en familia, un respiro en medio de la lucha contra la enfermedad. Su ausencia, en un momento tan delicado, resultó insoportable.
La espera se extendió durante días, convirtiéndose en una agonizante búsqueda. Finalmente, el 7 de diciembre, la trágica noticia llegó. Gabriel había sido encontrado sin vida. En una entrevista, Thalí confirmó lo que muchos ya sospechaban: Gabriel había sido secuestrado. “No tenemos todas las respuestas, pero sí sabemos que lo secuestraron. Hay una carpeta de investigación abierta,” explicó, sin dar más detalles por respeto al proceso judicial en curso. La investigación continúa, aunque la incertidumbre y el dolor permanecen.
Más allá del proceso legal, la pérdida dejó un profundo vacío en la vida de Thalí y su hija. El impacto emocional es inmenso, un duelo que se suma a la batalla contra el cáncer. “Nunca me imaginé tener que vivir el resto de mi vida sin él, que mi hija no tendría a sus dos papás,” confiesa la actriz, con una mezcla de dolor y resignación. Sin embargo, en medio de la tragedia, la fe y el apoyo brindaron un bálsamo; el hecho de haber podido despedirse de Gabriel, a pesar de las circunstancias, le ofreció un cierre parcial a esta terrible historia.
Los detalles del caso siguen siendo investigados, dejando un halo de misterio y tristeza. La vida de Thalí continúa, ahora con el recuerdo imborrable de un amor perdido y la carga de una lucha personal y familiar que le demandará tiempo y valentía para superar.