La Güereja y su lucha por la inclusión de Belén, su hija con trisomía 21

María Elena Saldaña, “La Güereja”, un rostro familiar de la comedia mexicana, ha compartido públicamente una parte muy íntima de su vida: la maternidad de Belén, su hija con trisomía 21. Esta condición, lejos de disminuir su amor, ha fortalecido su lucha por la inclusión.
La experiencia cotidiana de María Elena y Belén se ve constantemente afectada por la falta de accesibilidad. Un ejemplo revelador de esta realidad fue el intento de inscribir a Belén en clases de natación. “Un día fui a pedir informes para mi hija Belén, que tenía 3 años y ya nadaba desde bebé. Me dijeron que sí había lugar, pero al llegar con ella, de repente ‘estaban saturados’”, recuerda Saldaña con una mezcla de calma y firmeza que la caracteriza. Esta situación, aparentemente aislada, ilustra la discriminación sistemática que sufren las personas con discapacidad en México.
Sin embargo, la respuesta de María Elena no ha sido de resignación. Su actitud se basa en una resiliencia admirable. “Yo creo que todos tenemos algo, pero si nos sentamos a llorar, ya se fregó la cosa. Si vemos lo que sí tenemos, hay un camino largo”, afirma con determinación. Esta filosofía impregna también su trabajo como comediante, un ámbito que, según ella, es “un universo subjetivo en constante cambio”. Recuerda: “Cuando yo era niña y veía al Chavo del 8, también había gente que se ofendía. Nunca vamos a poder ponernos todos de acuerdo. Es muy relativo,” reflexionando sobre la complejidad de la percepción del humor y la inevitable subjetividad en la vida.
La historia de María Elena y Belén trasciende lo personal, convirtiéndose en un llamado a la reflexión sobre la importancia vital de la inclusión. La necesidad de construir una sociedad más justa e igualitaria, donde las barreras para las personas con discapacidad se eliminen, requiere el compromiso activo de todos. Su experiencia nos recuerda la riqueza que aporta la diversidad y la fortaleza del amor familiar en la adversidad.
El camino hacia una sociedad verdaderamente incluyente es largo y complejo; pero la perseverancia y la visibilidad de experiencias como la de María Elena y Belén son un paso fundamental para seguir avanzando.