Adriana Abascal y Príncipe Manuel Filiberto: Romance en Sevilla

Hablamos de Adriana Abascal, la reconocida modelo mexicana, y su nueva pareja, un personaje de la realeza europea que ha acaparado la atención de los medios internacionales: el Príncipe Manuel Filiberto de Saboya. Su aparición conjunta en la celebración de Vanity Fair, que marcó el inicio oficial de la Feria, selló la confirmación de una relación que hasta ahora se mantenía discreta.
Si bien la pareja fue vista por primera vez juntos en enero durante el desfile de la diseñadora Rocío Peralta en Sevilla, fue en la "Noche de El Pescaíto" donde Adriana declaró abiertamente su felicidad: “Es la primera vez que vengo acompañada. Estamos muy muy felices”. Aunque mantuvo la reserva sobre los detalles de su encuentro inicial, destacó la importancia de Sevilla en su relación:
“Rocío es mi hermana sevillana, con eso ya te digo todo. Sevilla me encanta, tiene una energía muy especial que nos atrapa. Me hace muy feliz poder compartir con él la magia de Sevilla, presentarle a mis amigos, y hacerlo parte de una cultura que para mí significa tanto. Vivir este momento juntos lo hace aún más especial para los dos”, afirmó a Vanity Fair.
Pero, ¿quién es el príncipe que ha conquistado el corazón de la modelo mexicana?
Manuel Filiberto de Saboya, hijo del último rey de Italia, Víctor Manuel de Saboya, y de la princesa María José de Bélgica, es una figura pública conocida en Italia por su trabajo como presentador de televisión y su participación en reality shows. A sus 56 años, su vida personal ha sido objeto de atención mediática, especialmente tras su separación en 2025 de la actriz francesa Clotilde Courau, con quien tiene dos hijas, después de casi dos décadas de matrimonio.
Ahora, el príncipe inicia un nuevo capítulo en su vida sentimental de la mano de Adriana Abascal, una relación que, tras su aparición pública en la Feria de Abril, ya no necesita esconderse entre las sombras sevillanas. La pareja, radiante y unida, disfrutó de la noche mágica de Sevilla, dejando atrás los susurros y las conjeturas, y dando paso a la confirmación pública de su amor.