Río de Janeiro, Brasil
Al menos 21 personas murieron este martes en una tentativa de fuga de prisioneros en una cárcel del norte de Brasil, en el estado de Pará, según el diario local Folha de S. Paulo.
El gobierno del estado llegó a informar la cifra de 23 fallecidos, pero luego corrigió la información.
Al menos cuatro agentes penitenciarios resultaron heridos, y aunque no fueron contabilizados por el momento, también podría haber presos lesionados, por lo que el balance podría aumentar.
El brote de violencia se suscitó cuando, al realizarse la revista en la cárcel durante la tarde, hubo una tentativa de fuga apoyada por personas fuertemente armadas desde fuera de la cárcel.
Fue en ese momento cuando se desató un intenso intercambio de tiros entre el equipo que realizaba el intento de rescate en apoyo externo, parte de los custodiados y el equipo del Batallón Penitenciario.
Entre los fallecidos está un agente y otras 19 personas, entre presos e integrantes del grupo criminal de rescate que aún deben ser identificados, precisó la secretaría.
La dependencia, que asegura que los presos también estaban armados, informó que un equipo táctico especial de la Policía Militar fue enviado a reforzar la seguridad del complejo sin que se pueda determinar aún si hay internos fugados.
Imágenes de televisión muestran escenas espeluznantes, donde se ven varios cuerpos tendidos en el césped que rodea al presidio, en la zona metropolitana de Belém.
Hasta el momento fueron decomisados dos fusiles, tres pistolas y dos revólveres a los criminales que estaban fuera del centro penitenciario.
Las autoridades ya iniciaron las investigaciones para determinar los grupos criminales que participaron en este episodio.
Los hechos ocurren después de que 12 personas fueran asesinadas el lunes en menos de cinco horas en la violenta Belém, poco después del asesinato de un policía militar.
Como es habitual en Brasil, la cárcel presentaba hacinamiento, pues había cerca de 660 encarcelados, a pesar de que la capacidad máxima es de 432.
Las cárceles brasileñas son consideradas como una de las peores de América Latina, y algunos grupos de defensa de los derechos humanos reclaman que se necesitan 200 mil plazas suplementarias para dar cabida al total de la población carcelaria, que supera el medio millón.