En las calles de Los Ángeles, donde el brillo de Hollywood se mezcla con la cruda realidad de la indigencia, la crisis social se filtra hasta las cocinas de los restaurantes de comida rápida. En un McDonald's ubicado en Figueroa con la avenida 26, la violencia y la desesperación se han convertido en un ingrediente amargo que condimenta la rutina de las empleadas.
Carlota Guzmán, una de las trabajadoras del establecimiento, relata cómo una mujer indigente, al no recibir comida gratis, la amenazó con un palo y destruyó la máquina de sodas.
Me dijo que le regalara comida, pero no podía, y entonces se enojó, cuenta Carlota con un tono de voz que aún refleja el miedo. Me quiso pegar, pero yo metí la mano y se fue.La violencia no es un caso aislado. Jaedylene Loubet, otra empleada, asegura que ha presenciado agresiones con armas blancas dentro del mismo restaurante.
Vi a una persona amenazando a un cliente con una navaja. Siento que ni los gerentes ni la compañía están tomando la situación en serio, lamenta Jaedylene.En un escenario donde la línea entre la desesperación y la agresión se difumina, el miedo se ha instalado en los corazones de las trabajadoras. La presencia de indigentes merodeando por los alrededores del restaurante se ha convertido en una amenaza constante. Rita Gasca, una trabajadora de un negocio cercano, confirma que la inseguridad es palpable: "Tengo que salir de casa, pero no sé si voy a regresar".
McDonald's ha reconocido la situación y ha implementado medidas de seguridad como la contratación de guardias y el ajuste de los horarios de atención. Sin embargo, las empleadas demandan acciones más contundentes para garantizar su seguridad y proteger su integridad física. La crisis de indigencia en Los Ángeles se ha extendido hasta las cocinas de los restaurantes de comida rápida, donde la lucha por la supervivencia se convierte en un desafío diario para los trabajadores que solo buscan llevar el pan a sus casas.