Su aparición en la final masculina de Wimbledon, junto a su hija Charlotte y su hermana Pippa Middleton Matthews, fue un claro indicativo de su pronta recuperación.
La noticia de su cirugía, que se dio a conocer en abril, coincidió con la revelación de que la Princesa había sido diagnosticada con cáncer. Aunque el Palacio de Kensington se mantuvo hermético sobre la naturaleza del cáncer, Kate ha compartido que se encuentra "haciendo un buen progreso" y que su tratamiento continuará durante algunos meses más.
La coincidencia con el anuncio del diagnóstico de cáncer al Rey Carlos III, su suegro, no pasó desapercibida. Si bien el Palacio de Buckingham aseguró que el monarca no sufre cáncer de próstata, la enfermedad ha puesto de manifiesto los desafíos que enfrenta la familia real en su reducción de costos.
"Aún no estaba fuera de peligro", dijo Kate en un comunicado, revelando la lucha que enfrentó durante el proceso de recuperación. Esta frase, pronunciada con una transparencia inusual, ha conectado con el público, que ha seguido de cerca la evolución de su salud.
El compromiso de Carlos III de modernizar la monarquía, con una reducción del número de miembros activos, ha generado la necesidad de que los restantes asuman una mayor carga de trabajo. Esto ha significado un aumento de las responsabilidades para la Reina Camilla, la Princesa Ana, el Príncipe Eduardo y, por supuesto, para la Princesa Kate, quien se ha reincorporado con fuerza a sus deberes.