La historia, que podría salir de un guion de película, comenzó cuando Salva, en un acto que aún no se ha explicado, liberó las máscaras de oxígeno de su fila mientras el avión ascendía a 10,000 pies de altura. Al ser confrontado por la tripulación, Salva comenzó a gritar obscenidades, amenazando a los pasajeros con un escalofriante "¡Todos vamos al infierno. ¡Este avión se va a estrellar!".
El pánico se apoderó del ambiente cuando Salva, en un ataque de furia, agarró a otros pasajeros y corrió hacia la parte trasera del avión. Ante la amenaza, los auxiliares de vuelo intentaron sujetarlo, pero Salva intentó estrangular a uno de ellos, dejándole dos pequeñas marcas en el cuello.
"El pasajero hizo fuertes amenazas, empujó a otro asistente de vuelo y dijo que iba a matar a todos", según la declaración jurada del Departamento de Justicia (DOJ).
La situación se tornó aún más crítica cuando Salva, a pesar de estar sujeto con esposas flexibles, logró zafarse y pateó repetidamente a un asistente de vuelo, provocándole hematomas e hinchazón que requirieron atención médica.
Para evitar una tragedia, el vuelo tuvo que ser desviado al Aeropuerto Internacional de Ontario, donde Salva fue arrestado inmediatamente. La investigación del FBI reveló que Salva, quien aparentemente sufría de claustrofobia, había intentado bajar del avión tras el despegue.
El caso continúa en desarrollo y Salva enfrenta una posible sentencia de 20 años en prisión federal.