El caso involucra a Becky Ann Vreeland, quien fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de su nieta, Riley Lynn Nolan.
La historia comenzó en junio de 2022 cuando el cuerpo de Riley, de tan solo tres años, fue encontrado en un contenedor de basura en la residencia de Vreeland. Las autoridades encontraron signos de trauma en el cuerpo de la niña, lo que llevó a una investigación que reveló detalles perturbadores.
Vreeland inicialmente argumentó que la muerte de Riley fue un accidente, afirmando que la niña había caído de una escalera en el patio trasero. Sin embargo, los investigadores encontraron inconsistencias en su relato y descubrieron salpicaduras de sangre en varias áreas de la casa.
La jueza Lynne McGuire, del Tribunal de Distrito del Condado de Cleveland, dictó la sentencia tras una declaración de culpabilidad por asesinato en primer grado. La sentencia de cadena perpetua de Vreeland la obliga a cumplir al menos el 85% de su condena, lo que significa que pasará más de 38 años en prisión antes de ser elegible para la libertad condicional.
Este caso ha desatado un debate sobre el cuidado familiar y la importancia de la intervención de las autoridades en casos de sospecha de abuso o negligencia. El hecho de que Vreeland no reportara la muerte de Riley a la policía antes, por temor a perder la custodia de sus otros nietos, ha puesto de manifiesto la complejidad de las situaciones familiares en casos de riesgo.