Recientemente, se confirmó el primer caso grave de gripe aviar en un humano en Estados Unidos, un individuo de más de 65 años con afecciones preexistentes hospitalizado en Luisiana. Este caso, según funcionarios estatales de salud, está ligado al contacto con aves enfermas en su propiedad. Mientras tanto, la situación en California escaló con la declaración de estado de emergencia por el gobernador Gavin Newsom, debido a la propagación del virus en el ganado lechero, un desarrollo preocupante que añade una nueva dimensión a la crisis.
Si bien los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) aseguran que el riesgo para la población general sigue siendo bajo y "no ha habido propagación documentada del virus de persona a persona," según el Dr. Demetre Daskalakis, la gravedad del caso en Luisiana y el precedente de un caso similar en Canadá, un adolescente hospitalizado en Columbia Británica, plantean interrogantes sobre la trayectoria del virus.
El virus ya se ha detectado en 865 hatos de ganado lechero en 16 estados, con casi 650 de ellos ubicados en California. La situación se agravó con la retirada de leche cruda a finales del mes pasado, después de detectarse el virus en productos comercializados. Como consecuencia directa, se reportó la muerte de dos gatos en el condado de Los Ángeles tras ingerir esta leche contaminada. Esto evidencia la transmisión indirecta del virus a través de productos contaminados, un factor crucial a considerar.
Los expertos, aunque reconocen la incertidumbre en cuanto a la propagación en humanos, recomiendan precauciones para quienes trabajan con aves:
- Uso de protección respiratoria.
- Protección ocular.
- Guantes al manipular aves de corral.
La situación, lejos de ser una simple amenaza a la industria avícola, presenta un reto complejo que involucra la salud humana y animal, así como la seguridad alimentaria. La vigilancia continua y la adaptación de las estrategias de control serán clave en la gestión de esta crisis.