La antigua historia de los propósitos de Año Nuevo

La clave está en Babilonia, hace casi 4000 años. En primavera, durante el festival de Akitu, que celebraba la cosecha, los monarcas babilonios hacían algo peculiar: "hacía votos solemnes, cuya violación podía interpretarse como un acto de desafío hacia las deidades," según explica Eckart Frahm, profesor de lenguas y civilizaciones del Cercano Oriente en Yale. No se trataba de simples deseos, sino de compromisos públicos que implicaban una verdadera rendición de cuentas.
Un ejemplo sorprendente: un rey babilónico, en el primer milenio a.C., prometió públicamente ser un mejor gobernante. Este "voto público", según los historiadores, sentó un precedente. No solo estableció una práctica de evaluar y corregir el rumbo, tanto personal como colectivo, sino que marcó el inicio del Año Nuevo como un momento para renovar esos compromisos.
El calendario romano, con la adopción del 1 de enero como inicio del año en el 46 a.C., consolidó la institucionalización de estas resoluciones. Enero, dedicado a Jano, el dios de los comienzos y las puertas, se convirtió en un periodo de limpieza ritual, un tiempo para saldar deudas y empezar "con el pie derecho," como lo menciona la historiadora de la Universidad de Birmingham, Candida Moss. "Jano, el dios romano de los comienzos y transiciones, simbolizaba la oportunidad de mirar al pasado y al futuro, inspirando renovaciones personales al inicio de cada año (Wikipedia)". Esta práctica no era solo individual, reflejaba una responsabilidad compartida por el bienestar de la comunidad.
En la América colonial, la influencia religiosa transformó la práctica. Sermones del primer domingo del año fomentaban la introspección espiritual. Jonathan Edwards, destacado teólogo de Nueva Inglaterra, incluso elaboró una lista de 70 resoluciones que reflejan una moral estricta, ejemplificando un giro hacia la introspección personal.
Para el siglo XIX, la secularización había avanzado. Las resoluciones dejaron de ser exclusivamente religiosas para enfocarse en metas prácticas y personales, desde dejar de fumar hasta mejorar la educación. La influencia de los valores individualistas transformó la tradición. Incluso publicaciones como The Miami Daily News en 1938, aconsejaban metas pequeñas y manejables, mostrando la evolución de la práctica hasta la actualidad.
Desde los votos de los reyes babilonios hasta los propósitos personales del siglo XXI, la esencia permanece: la esperanza de un futuro mejor. La evolución de esta práctica milenaria revela una constante búsqueda de mejora y renovación, reflejada en cada propósito de Año Nuevo.