Pero, ¿qué pasa si una pieza clave del rompecabezas aún no se ha descubierto completamente? Investigadores de la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI), publicaron en la prestigiosa revista Nature Metabolism un estudio que podría revolucionar nuestra comprensión de este complejo problema. El estudio, que utilizó técnicas avanzadas como la metagenómica y análisis metabolómicos, se centró en un actor inesperado: los virus de la microbiota intestinal.
Específicamente, los investigadores identificaron a una familia de virus bacteriófagos, los Microviridae, y dentro de ellos al Gokushovirus WZ-2015a, como posibles agentes que influyen en los comportamientos adictivos relacionados con la comida. Estos virus, que infectan bacterias en nuestro intestino, parecen impactar la producción de neurotransmisores cruciales como la serotonina y la dopamina, sustancias clave en la regulación del placer y el apetito.
Hasta ahora, la investigación de la microbiota intestinal se había centrado principalmente en las bacterias. Este estudio, sin embargo, revela la importancia de los virus en este complejo ecosistema. Utilizando modelos preclínicos en ratones y moscas, los científicos observaron cómo estos virus modificaban los patrones alimenticios y los sistemas de recompensa cerebral, sugiriendo una posible conexión entre la infección viral y la incapacidad de controlar el consumo de alimentos, especialmente aquellos ultraprocesados.
Más allá de la identificación del virus, el estudio también ha identificado un posible aliado en la lucha contra este comportamiento: el ácido antranílico. Este metabolito, presente en el plasma sanguíneo, demostró reducir significativamente la compulsión alimentaria en los modelos animales. Esto abre la puerta a nuevas estrategias de tratamiento, aunque es importante recordar las palabras del Dr. Silvio Schraier, quien advierte que la obesidad es multifactorial.
El Dr. José Manuel Fernández-Real, coautor del estudio, señala que: "la microbiota podría convertirse en una vía innovadora para tratar la obesidad y la adicción a la comida, a través de suplementos alimenticios." La investigación continúa, y aunque se requiere más estudio, el hallazgo representa un avance significativo en la comprensión de las complejas interacciones entre el microbioma intestinal, el cerebro y la conducta alimentaria.