El informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) lo confirma sin ambages: 2024 superó el umbral crítico de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales. Esta cifra, lejos de ser un mero número, representa un punto de inflexión, un aviso urgente que ha movilizado a las instancias internacionales. “La evaluación de hoy... demuestra una vez más que el calentamiento global es una realidad fría y dura,” afirmó António Guterres, secretario general de la ONU, en un comunicado que ha resonado con fuerza a nivel global.
Pero no es solo la temperatura global la que preocupa. La secretaria general de la OMM, Celeste Saulo, enfatizó un punto crucial: “no han sido uno o dos años récord, sino una serie completa de diez años.” Esto significa que el cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad presente, con consecuencias cada vez más evidentes y devastadoras en todo el mundo.
Ante este panorama, la ONU ha lanzado un llamado a la acción inmediata. Guterres insiste en que, si bien aún hay tiempo para evitar lo peor, la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente. Los gobiernos deben presentar este año nuevos planes nacionales de acción climática ambiciosos y efectivos. El objetivo es claro: limitar el aumento de la temperatura global a largo plazo a 1.5 °C y, simultáneamente, brindar apoyo a las poblaciones más vulnerables ante los impactos climáticos.
La OMM, por su parte, juega un rol vital en la recolección y análisis de datos climáticos globales. Su evaluación, basada en múltiples fuentes, no solo sirve para el monitoreo internacional, sino que proporciona información crucial para las negociaciones climáticas de la ONU. La precisión de sus datos es fundamental para la toma de decisiones políticas y para la implementación de estrategias de mitigación efectivas. Se espera un mayor compromiso por parte de los gobiernos de todo el mundo para atender esta crisis global.